Las colinas de Komor XI
El dulga aterrizó en medio del camino. Magnifico y terrible a la vez. Recordándole las emocionantes historias sobre dragones que le relataba su abuela durante las noches de tormenta.
X
Despertó un par de horas después un poco desorientado. Durante un par de segundos creyó estar de nuevo en el cómodo barracón de Bagram, pero enseguida el fino polvo que se colaba por la abertura de la tienda le recordó que estaba en el puto culo del mundo, con varias decenas de miles de talibanes locos por despellejar a cualquier soldado americano entre él y la base aérea.
*Sin despertar a Oliva, que seguía roncando suavemente en su catre, salió y observó el paisaje que lo rodeaba. Desde l...