El lobo feroz II

Siguen mis andanzas con el lobo...

Mientras el agua resbalaba por mi dolorido cuerpo sonreí satisfecha recordando todo lo sucedido.

Me sentía distinta y sabía que algo dentro de mí había cambiado. Él me había enseñado un mundo nuevo al que sentía que solo me había asomado para disfrutar un poco de lo que este podía ofrecerme.

El sábado fui a cenar con mis amigas; luego tomamos unas copas con un grupo de conocidos, pero nada hacía que olvidara sus manos, el látigo, mi entrega… y el placer vivido con él.

El lunes...

El lobo feroz

...a cambio prometo proporcionarte todo el placer que seas capaz de sentir sin causarte más dolor del que seas capaz de soportar

Laura mi amiga no paraba de hablar mientras yo me retorcía relajada en la cama tras una larga siesta.

Era sábado y ya se acaban las vacaciones. Me alegre de haberme dejado convencer por mi amiga para pasar una semana en la casa que sus padres habían alquilado para sus vacaciones en un cercano pueblo de la capital. Allí habíamos cargado pilas, habíamos pasado los días de playa y las noches de terracitas.

-¿Cenamos donde ayer? -me preguntó entusiasta-

-Bien –contesté pensando en...

Tus palabras en mi piel

Nuestras miradas se paran al encontrar lo que buscamos, te quedas mirando ese antiguo candelabro con tres grandes velas....

Esta noche tengo tantas ganas de ti que apenas puedo pensar en nada que no sean tus manos recorriendo mi cuerpo.

Son las tres de la madrugada y estas aquí conmigo, mientras yo leo en voz alta algo que tú me has escrito.

Tus palabras en mi boca me excitan y decido desnudarme antes de seguir leyendo. Me quito el pantalón largo y ancho de pijama y después la camiseta y vuelvo contigo.

Me tumbo en el sofá boca abajo, sigo leyéndote en voz alta, te veo sentarte a mi lado, llevas un rotula...

Mi sirenita (final)

Estaba mirando sus ojos furiosos, cuando noté en mis dedos el orgasmo que Leticia no calló. Lejos de sentirse avergonzada la excitó el morbo de ser pillados. Saqué mi mano de un tirón y Leticia bajó de mi mesa, se colocó las bragas y la falda, pasando ante una alucinada Estrella

Salí de aquel antro de la mano de Leticia, me dejé arrastrar por ella que andaba dos pasos por delante. Miré su estrecha silueta y sin poder evitarlo la comparé con las sinuosas curvas de mi sirena.

-Profesor ¿cómo quiere que termine la noche? –preguntó ronroneando-

-Creo que lo mejor sería darnos las buenas noches y regresar cada uno a su madriguera –le contesté con sinceridad-

Ella se paró en mitad de la calle y pegando su pequeño cuerpo al mío busco mi boca.

-venga...

Mi sirena II

Sigo descubriendo los placeres con esa sirena de pelo rojo como el fuego...

Allí estaba a los pies de mi cama, solo que esta vez todo era distinto; tumbada en toda su espléndida desnudez estaba mi sirena de pelo rojo que ahora se esparcía por mi almohada.

-No te muevas quiero verte –aún no había disfrutado de la visión de su cuerpo enteramente desnudo-

Hasta sus pies me parecieron perfectos, subí la mirada por sus torneadas piernas, sus apretados muslos y llegué al triangulo de rizos rojizos que me subyugaron, al igual que sus caderas redondeadas, seguí por su t...

Mi sirena

Un retiro voluntario, una playa desierta en invierno y una hermosa sirena de pelo rojo

Mis días hacía semanas siempre eran iguales, desde que decidí aislarme para escribir tranquilamente mi libro. Mis días se basaban fundamentalmente en escribir y dejar pasar el tiempo relajadamente para que fluyera mi mente sin contratiempos.

Era invierno y hacia un frio espantoso fuera de la casa que había alquilado semanas atrás.

No tenía apenas tenía contacto con nadie, en primer lugar debido a mi empatía con la gente, mi interés en la soledad absoluta y además en invierno la zona se q...

Su tio, yo y nuestro infierno

Tensé mi cuerpo, esta vez su latigazo dio directo sobre mi pubis, mil veces más fuerte que sobre mis muslos, apreté con fuerza al sentir el escozor y dolor sobre esa zona y no pude frenar el orgasmo que se apodero de mí

Es insoportable soportar el calor en mi apartamento, se había estropeado el aire acondicionado. Eso fue un punto más a favor de mi chico, iba a darle una sorpresa y de paso podría quedarme allí a dormir fresquita.

Lo hacía muchas veces, compraba algo de cena y le esperaba en casa dispuesta a saciar toda el hambre que tuviera.

Llevábamos casi un año, juntos y nos iba bien. Éramos muy parecidos, los dos súper independientes, poco románticos, muy prácticos y demasiado volcados en nuestros r...

Mi noche más morbosa en un tren (final)

Ese tren queda tan lejos ya...

Los tres nos mirábamos sin mediar palabra, porque nada podía arreglar esa situación, en ella Julio aun me abrazaba pegado a mi espalda; ambos bajábamos de mi casa al punto de la mañana, entre risas y caricias. No había mucho que explicar, la cosa quedaba clara a ojos de un Fernando alucinado, el cual pensaría seguro que bajábamos después de pasar la noche en mi casa follando, poco podía imaginar que no había pasado nada, no creería que no hubo un solo abrazo en la cama, una sola caricia en la ducha y ni siq...

Mi noche más morbosa en un tren V

Ya apenas recuerdo esa noche y ahora se que el problema fue no saber diferenciar entre la sensación de volar con la de caer, de momento solo volaba, sin ser capaz de pensar que podía estar cayendo y que iba a arrastrar a más gente en mi caída.

De nuevo paseaba sin rumbo por la calle, con su frase retronando en mi cabeza, tuve la respuesta al instante, nada más formular la pregunta supe que la respuesta era no, nunca había recordado a Fernando entre sus brazos.

Me pregunté que le hacía diferente, que hacía que me fundiera cada vez que estaba cerca de mí y por fin encontré la respuesta llegando ya a mi casa.

Lo diferente del sexo con él, era que cuando estábamos solos, el mundo dejaba de existir para ambos y solo podíamos pensar...

Mi noche más morbosa en un tren IV

Siguen mis experiencias, cada vez alejándome más de ese tren...

Aún no había podido reaccionar tras escuchar su pregunta, esta retumbaba en mi cabeza.

“¿Alguna vez mientras él te folla te has acordado de mí?”

-Nunca -contesté molesta-

-Que lastima –dijo con sorna-

-Por cierto cuando dices “él” te refieres a alguien en particular -se me ocurrió preguntar de repente-

-Sí, “el” es Fernando ¿hay más?

Me quedé helada al procesar lo que significaba eso, sabia lo nuestro.

No pongas esa cara, tu secreto está...