Con quien menos lo esperaba IV

Claro que le duele, pero ha podido huir de cada azote, no está atada, nada se lo impide, pero ni lo ha intentado. ¿Sabes por qué tío? .....Pasa los dedos por su braga y sabrás por que la zorra de tu sobrina no se ha movido

Entre en la habitación en penumbras, mi tío estaba en la cama, se dio la vuelta y tardó unos segundos en despertar:

—Buenos días, princesa –dijo con voz trémula, sin saber muy bien cómo reaccionar.

—Buenos días tío. Tenemos que hablar –le dije a un lado de su cama.

—No sé muy bien que hacer o decir… todo sucedió tan rápido. Sé que debí pararlo, pero lo deseaba tanto pequeña…

—No he venido a echarte nada en cara, lo que sucedió ayer, sucedió porque los tres quisimos y...

Con quien menos lo esperaba III

Empezó a moverse en mi culo, cada vez más acostumbrado, mi cuerpo resbalaba por la transpiración entre ambos, que se movían al unísono, follándome como salvajes, haciéndome sentir ambas penetraciones como nunca

Después de otro intenso fin de semana en familia, volví al trabajo y sentada en mi puesto repasaba la correspondencia, mientras recordaba cómo el sábado por la tarde, mientras las mujeres habían bajado al pueblo, dando un paseo y los hombres veían el futbol mi hermano se coló en el baño donde me duchaba y compartimos ducha.

— ¿Nos vamos? –la voz de mi tío interrumpió mis pensamientos devolviendo a la realidad

—Si –le contesté recordando las palabras de mi hermano sobre sus miradas en la...

Con quien menos lo esperaba II

Nunca pensé encontrar en mi hermano, el compañero ideal de juegos, era retorcidamente perfecto y entre ambos no dejábamos de descubrir, nuevas cotas de placer en cada encuentro.

Cuando desperté, me dolía todo y era tardísimo, si no me daba prisa llegaría tarde al trabajo.

Mi mesa estaba en la primera planta y los despachos de dirección en la segunda, por lo que no vi a mi hermano en toda la mañana.

Al mediodía, estaba en el restaurante en el que solíamos comer con un par de compañeras, cuando le vi entrar con un grupo de hombres igual de trajeados que él y se sentaron en una mesa apartada. Desde donde estaba podía verles hablar y recordé sus caricias, su mirada,...

Con quien menos lo esperaba

Jamás imaginé que fuera precisamente él quien sacara a la zorrita que llevaba dentro...

Estábamos en la casona de campo de mis abuelos, donde cada año se celebraba la fiesta de máscaras a las que asistían todos los vecinos y todos los de la empresa de mi familia que ahora dirigían entre mi padre y mi tío una vez retirado el abuelo.

Decidí salir a dar una vuelta y me perdí por el enorme jardín, buscando algo de paz. Oí unas voces; me acerqué en silencio y para mi asombro, reconocí a mi novio y a la secretaria de mi hermano.

—Veámonos después de la fiesta

—Te he dic...

Al otro lado de la valla 3

Final de la serie

Los siguientes días pasaron volando, entre comidas, cenas, piscina, playa y sexo con Rafael. Ninguno de los dos quería hablar de lo que sucedería cuando todo volviera a la normalidad, conscientes de la dificultad que supondría que ellos lo entendieran.

Sin darnos cuenta llegó el día y después de haber retozado toda la noche como posesos, le dejé dormido en su cama, para irme a la casa en la que suponía que debía haber estado todos los días

Todos llegaron y mi madre me arrastró con ella s...

Al otro lado de la valla 2

Entre los dos me movían, mi cuerpo resbalaba entre ambos, los tres jadeábamos y Carmen con los ojos vidriosos nos miraba.

Desperté de nuevo en el paraíso, me estiré y comprobé que estaba sola, desnuda y entumecida en el colchón. Estiré la sabana que cubría la mitad de mi cuerpo y recordé con una sonrisa la noche anterior… los azotes, la tremenda y rotunda manera en la que me hizo vibrar como nunca y los múltiples orgasmos que me dejaron exhausta hasta tal punto que ni recordaba cómo había llegado al colchón.

Sobre la mesa había una cubitera con hielo y un bote con zumo natural de naranja recién exprimido junto a una...

Al otro lado de la valla

Estaba recogiéndolo todo cuando me sentí observada, miré y le vi en la valla que separaba ambas propiedades, en un trozo donde no había setos...

Llegaba tarde al cumpleaños de mi madre. Este se celebraba junto al de otra de sus amigas en casa de esta, un precioso chaletito con piscina, en las afueras. Cuando llegué no había aparcamiento y aparqué en un hueco frente a un garaje para entrar y consultar, ya que creía que el dueño estaba en la fiesta.

— ¿No ve que aquí no se puede aparcar? -dijo un hombre en un tono de lo más desagradable

Salí del coche para explicarle lo que sucedía, torcí el pie y casi me caigo, si esos brazos no m...

El placer de ser infiel

Creía que ya había mandado este relato: Agarré el pomo de la puerta y un solo segundo pensé en mi familia, mi casa, mi cariñoso marido… Ese hombre tenía razón, le deseaba, no podía pensar en nada que no fuera ser poseída por él, como fuera, donde quisiera, como quisiera

Compruebo con una sonrisa maligna que me duele cada milímetro de mi cuerpo. No quiero despertar aun, no quiero que todo acabe aquí y ahora. Cierro los ojos y empiezo a rememorar lo sucedido unas horas antes.

Paseaba por el puerto sin prisas, disfrutando del frio que estiraba la piel de mi rostro, dispuesta a aprovechar ese fin de semana en soledad.

Una hora después, regresé al hotel, sin prisas. Subí a mi lujosa habitación y me desnudé mirándome en el enorme espejo, este me devuelve la i...

Tarde invernal en la playa

No quería desnudarme ante un desconocido, pero estaba chorreando, muerta de frio. Su chaqueta estaba seca y olía tan bien

Casi siempre me gustaba mi trabajo, pero hoy no era el día. Había amanecido en la cama anónima de un hotel, cosa normal, ya que mi trabajo me mantenía más tiempo fuera de casa que en ella. Trabajaba en una empresa grande, da lo mismo el sector; esta tenía varias sedes y mi trabajo me obligaba a ir de una a otra.

Esa mañana estaba algo hastiada ya que el día anterior me vi obligada a posponer mi vuelta a casa.

Conducía por la costa en un día gris de invierno pensando en lo distinto que es...

Mírame

Sigue él...

Aun me relamía al recordar esa noche…

Miraba hacia su ventana como tantas veces había hecho, pero esta vez fue diferente. Las cortinas se mecían y cada vez que volaban, podía ver su precioso cuerpo desnudo, hipnotizado por esos pechos redondos, de pequeños pezones, que se intuían duritos. Mientras daba las gracias al tiempo y a esa suave brisa, note como se movía y temí que se acabara mi buena suerte, pero no solo no acabó mi suerte sino que mejoró cuando ella, despertando de su letargo empezó a a...