Llámame j

Las chicas guapas no son lo que parecen.

LLÁMAME J

Era mayor de edad, morena, de pelo negro y corto, su cuello era de cisne, sus labios sensualmente gruesos, sus grandes ojos color café estaban bajo unas finas gafas rectangulares. De los lóbulos de sus orejas colgaban dos aros. Sus tetas eran medianas y su culo una delicia para gastrónomos. Estaba en el museo del Prado de Madrid. Miraban el cuadro Las Meninas del maestro Diego Velázquez. Le dijo a una amiga de excursión de fin de curso:

-Cuando me eche de menos dile a la profe que vuel...

Monjas calientes 2

El monaguillo entra en acción.

Miguelito, el monaguillo, después de guardar el cáliz y el vino en la sacristía, le dijo al cura, que se estaba quitando la estola con que dijera misa:

-Lo dejo, padre.

-¿Ahora que te tenía una plaza guardada en el seminario?

-Es que me he dado cuenta que la abstinencia no es mi fuerte. No puedo estudiar para cura.

-¿A quién te follaste, MigueIito?

-Me follo, padre, me follo.

-¿A quién te follas?

-Unas veces a la hermana de la zurda y otras a la hermana de la derech...

Dos curas, un monaguillo y un viejo cura

Cuando el Colillas rozó mi ojete con su polla, el ojete se cerró y después se abrió.. Me metió la cabeza de la polla, gordita. Ni un minuto tardé en correrme en la boca del Culebras.

Miguelito, el monaguillo, después de guardar el cáliz y el vino en la sacristía, le dijo al cura, que se estaba quitando la estola con que dijera misa:

-Lo dejo, padre.

-¿Ahora que te tenía una plaza guardada en el seminario?

-Es que me he dado cuenta que la abstinencia no es mi fuerte. No puedo estudiar para cura.

-¿A quién te follaste, MigueIito?

-Me follo, padre, me follo.

-¿A quién te follas?

-Unas veces a la hermana de la zurda y otras a la hermana de la derech...

Monjas calientes

Me puse otra vez a mil. Me penetró el culo con un dedo, me lamió el clítoris de abajo a arriba y le di lo que buscaba, mi esencia calentita.

Galicia, año 1950, cuando el cura mandaba más que el alcalde.

Sor Remedios, veinteañera y guapa a rabiar, arrodillada delante del confesionario, le decía al cura:

-... He tenido un encuentro pecaminoso, padre.

-Cuente, sor Remedios, cuente.

-Ayer a la tarde, aprovechando que estábamos solas en el convento pequé con sor Caridad.

-¿Dónde pecó, hermana?

-En mi celda.

-¿Se corrió, hermana?

-Sí, padre, me corrí varias veces.

El viejo cura (70 años) levantó la...

El secuestro de rosa la mimosa

Cuatro hombres secuestran a una muchacha y le echan el polvo de su vida.

Isidro, un treintañero, gallego, rubio, alto, ancho de espalda y estrecho de culo, se había casado con Gimena, una mujer colombiana, morena, alta, cuarentona, voluptuosa y rica, muy rica. Gimena tenía una hija que se llamaba Rosa. Rosa tenía 21 años, era morena cómo su madre y alta cómo ella, pero delgada, con buenas tetas y culo pequeño.

Vivían en Colombia en una mansión heredada de Fajardo, un capo que acabara acribillado por un sicario después de decirle una amiga a Gimena que su marido tenía un ha...

Esther, casada y mal follada

Supuse que su marido no bajaba a su cueva. Supuse bien, ya que después de solo dos minutos de comida de coño, me dijo: -¡Me corro, papá!

Esther tenía 28 años, estaba casada y tenía tres hijos, dos niñas y un niño, era de estatura mediana y estaba rellenita. Tenía las tetas grandes, un buen pandero y no era ni fea ni guapa. Yo, para desgracia de mis lectoras, tengo 63 años, (soy del 1955,) mido un metro setenta, soy moreno, de ojos marrones y hace un año, cuando esto sucedió tenía algo de barriga (la bajé en la bicicleta estática) o sea, que no soy el tipo de hombre por el que suspiraría una mujer para echar un polvo.

Vamos al turrón. ...

Carolina

... Me senté sobre la polla de mi primo y me desvirgué yo y lo desvirgué a él. Me corrí al sentir su grito de dolor. Le había dolido más a él que a mí.

Mi nombre es Carolina, tengo ahora sesenta años y mi historia de amor y odio comenzó hace ahora cuarenta y cuatro años. Recuerdo que era un día de invierno y llovía a Dios dar agua. Yo quedara con mi primo Toñito mientras mi tío, mi tía, mi padre y mi madre iban a "trabajar" en el contrabando de tabaco.

Tenía dieciocho años y era virgen. En aquellos tiempos en las aldeas gallegas una mujer decente no perdía la virginidad hasta la noche de bodas.

Toñito y yo estábamos sentados en dos sillas delan...

El ladrón

Un ladrón entra en una casa a robar y roba algo más valioso que el dinero y las joyas.

EL LADRÓN

J. G, una jovencita con un cuerpo escandalosamente sensual y rostro de muñeca, estaba en la ducha mandándole fotos a un escritor, fotos de su culo redondo, perfecto. De sus tetas medianas con pequeñas areolas y pequeños pezones. De su raja, y de su coño peladito y abierto, un coño que parecía virgen... El escritor le mandaba a ella fotos de su polla... Cuando terminaron de mandarse fotos. J. G, ya estaba cachondísima.

El agua templada de la ducha comenzó a bajar acariciando su cuerpo y...

Julia

Sentí su chochito apretar mi polla y bañarla de jugos. Sentí su cuerpo derretirse cómo se derrite un azucarillo en un café Caliente...

Llovía sobre México D.C. Dejé el auto alquilado en el aparcamiento y entré en el bar. Eran las diez de la noche y el lugar estaba animado. Me fui a la barra, detrás de la que estaban dos chicas, guapotas, morenas, risueñas, escotadas y con falta de tela en sus faldas. Una de ellas, me preguntó:

-¿Qué va a ser?

Estaba en México. Tenía que probar la bebida típica, le respondí:

-Tequila.

A un metro escaso de mí, apoyada con los codos en la barra y sentada en un taburete alto estaba una...

El padre sabía de rectitud, la hija sabía latín

Aniceto estaba Excitado y confuso. Al bajarle las bragas para azotarla vio sus gordas y blancas nalgas y la raja con pelos negros a los lados. Se empalmó...

Galicia, años 60, cuando ser maricón o lesbiana te llevaba a la cárcel.

Aniceto era un guardia civil, recto, robusto, bigotudo, viudo, moreno, de ojos azules. Con su metro setenta y ocho era el hombre más alto del pueblo y el más honrado, pero era bruto, muy bruto, tan bruto era que de una hostia había dejado tuerto al Venancio, su vecino, por haberle llamado tres cuernos.

Tenía un hija, Olga, gamberra cómo ella sola, que cuando se le murió la madre aún se hizo más rebelde.

Aquella tarde -...