La monja

Al acabar de correrse, quitó los tres dedos del coño y los separó. Entre ellos había cantidad de diminutas lianas de jugo blanquecino. Miró los dedos. Los llevó a la boca, y cerrando los ojos disfrutó del dulce sabor de su corrida.

DAMASO I, 366 - 384

Fue el único papa gallego. Le gustaban las mujeres y los jovencitos. Fue acusado de adulterio y lo acabaron nombrado santo. ¡Manda carallo!

JUAN XII, 955 - 963

Conocido como el papa Fornicario, tenía 17 años cuando subió al poder en la etapa conocida como etapa Fornicaria. Se le acusó de sodomía, incesto y asesinato. El tipo era una pieza de mucho cuidado.

BENEDICTO IX - El depravado - 1O32-1044-45-46 y 1048

Maricón. Se casó con su "prima".

JUAN XXIII...

La muerta de la curva

-Me voy a correr y aún o sé tu nombre. -Me llamo Eduardo, pero mis conocidos me llaman el Joyero.¡Me voy a correr en tu boca, Eduardo! -Córrete, bonita, córrete

Era una noche estrellada de verano de 2013. Eduardo iba conduciendo su Mercedes Benz Clase E Coupé por una carretera secundaria de Galicia. A los lados de la carretera proyectaban sombras los eucaliptos y los pinos. En una curva sus luces largas iluminaron a una muchacha vestida con una minifalda, un top y unas botas de caña alta, la ropa y las botas eran de color blanco. La chica estaba haciendo autostop en medio de la nada. A Eduardo le vino a la cabeza la leyenda de la muerta de la curva.

Eduardo,...

Greta y concha

... Sí, estoy mojada. -¿Cómo de mojada? -Siento cómo me salen los jugos de coño y me mojan el ojete.

Bebía cómo un hombre, fumaba cómo un hombre, trabajaba como un hombre, juraba cómo un hombre y se pajeaba cómo un mocito. Había quien la llamaban La Hija de la Loca, y quien la llamaba Garbo. Nadie la llamaba por su nombre, Greta.

Greta era una muchacha de 1 metro 56 de estatura, de cabello largo y negro, pecosa, fibrosa, con buenas tetas anchas caderas y tremendo culo.Tenía 18 años cuando se murió su padre debido a la coz que le diera una mula. Su madre, Amalia, una mujer de 38 años, se trastornó y a...

¡¿no sabes meter con más ímpetu, capullo?!

Puse mi mano en su chochito y mientras ella temblaba de placer, recogí sus jugos en la palma de la mano. Al acabar de correrse se los mostré. Los lamió cómo una perrita...

Recibí una bofetada cuando mi esposa me enseñó la invitación a la boda. Diana, se casaba. Era un día soleado y sentí que se ponía gris. Los gorriones que hacía unos segundos veía dar saltitos y me parecían encantadores, ahora me parecía buitres... Me sentí cómo si fuese un trozo de carne que alguien comió y después se cagó. Me sentí poco menos que nada. Oí la voz de mi esposa. Parecía que venía de ultratumba:

-¿Llamo a mi sobrina y le digo que iremos?

-Vete tú, yo no pienso ir.

-¿Y eso? Ta...

Historia de un incesto

No te corras aún, hijo, no te corras aún que mamá también necesita correrse.

En una noche estrellada del mes de junio, Iria, se bañaba bajo la luz de la luna en el río que atravesaba su huerta, una huerta amurallada. Iria, era de estatura mediana y estaba en su peso, 56 kilos. Su piel era morena de trabajar en el campo. Tenía una larga melena de cabello marrón. Enjabonó sus grades tetas, con areolas oscuras y gordos pezones, luego su cintura, sus anchas caderas... Una mano enjabonó su culo y el otro el coño. Se masturbó unos cinco minutos... Magreando tetas, metiendo un dedo en el c...

El encanto de los juegos de rol

El juez, el que decía no poder ver a los libertinos, era uno de ellos y deseaba que Elvirita lo azotara. No llevaba ropa interior y al quitar la toga su polla tiesa apuntó a la boca de la muchacha. Elvirita, le largó con la regla en ella.

Medía 1 metro 76, y pesaba 50 kilos, su cabello era rubio y le llegaba a la cintura, sus ojos verdes, sus labios carnosos, su cuello de cisne, sus tetas pequeñas, su cintura de avispa, sus caderas estrechas, su culo pequeño y respingón y sus piernas largas y delgadas, Era Elvirita, una preciosidad, hija de una ejecutiva casada hacía cinco años en segundas nupcias con Jaime, un juez con fama de severo.

Elvirita llegó a la sala de estar donde Jaime leía unos papeles que había sacado de una carpeta, y le...

Un encuentro en la isla de la toja

Wanda, le folló el culo dándole caña de la buena. Diana me la dio mí, hasta que levantó la cabeza, y exclamó: -¡¡Yaaaaaaaaaaa!!

Estaba en una habitación del Hotel Balneario de la Isla de la Toja, una habitación con un gran ventanal desde el que se veía el mar, con una mesa y unas sillas, con baño, WI-FI, teléfono, caja fuerte, televisión satélite, carta de almohadas, (plumón, lana, látex, silicona...) Y albornoces y zapatillas para uso interno.

Llamaron a la puerta de la habitación, abrí vistiendo un albornoz y sin nada debajo. Allí estaba Diana, mas bella que nunca. Llevaba puestos una minifalda negra, una cazadora gris, una...

La viuda

La Viuda se había vuelto una cerda de mucho cuidado desde la última vez que follaran. Se ve que el viejo cacique, antes de palmarla, cómo no se le levantaba, para despreciarla, meaba por ella, y eso acabara por excitarla, o eso pensó Sindo, cuando le dijo:

La llamaban la Viuda porque lo era. Era la viuda del cacique del pueblo. Un indiano que fuera el dueño de tantas tierras y tantos animales que cuando murió, a los ochenta años, ya ni sabía lo que tenía.

La Viuda tenía 39 años cuando murió el indiano. (llevara 20 años casada con el) Era hija de la Paca, una mujer casada con Suso, un vago borracho que nunca diera un palo al agua, y que después de casarse su única hija con el indiano y hacerlo este encargado de sus tierras, se creía Felipe II dirigiendo...

El primer orgasmo de la tía verónica

-¡Oh, oh! No sabes, Quique, por ahí no es... ¿O eres maricón? La engañé. -Maricón perdido.

Relato contado en primera persona.

Mí tía era la lechera de la aldea. Se llamaba Verónica y la apodaban La Solterona. Tenía 38 años, era alta, morena, algo gordita, con buenas tetas, buen culo y muy malas pulgas.

Yo tenía dieciocho años y por follar ya follara lo mío.

Eran las nueve de la mañana de un sábado del mes de agosto que prometía ser muy caluroso. Mi tía ya repartiera la leche. Me estaba esperando en la puerta de casa sentada en uno de los escalones que había en la entrada con una...

Mi cuñada teresa y mi hermana lola

¿Que dijiste que no te oí? Teresa ya estaba desesperada. -¡Qué me la metas en el coño, en el culo o donde te salga de lo cojones, pero métemela, hijo de... Hijo de tu madre.

Mi hermano Juan había emigrado a Suiza, y mi cuñada Teresa, que se había casado con él a los dieciocho años y embarazada. Vivía ahora en la casa paterna.

Al mes de dar a luz a un niño, la cosa se iba a complicar. Fue un día en que a mi cuñada Teresa le cayó un tenedor al piso de la cocina. Mi hermana Lola y ella se agacharon para cogerlo. Agachadas se quedaron mirando una para lo otra sin decir palabra. Hay silencios que hablan y aquel silencio me dijo que mi cuñada y mi hermana se gustaban.

Pas...