Dos extraños
La joven se derrumbó sobre él y se corrieron juntos mientras los besos ahogaban los gemidos-
DOS EXTRAÑOS
Ella le puso el plato de paella en la mesa. Él estaba catando el vino tinto, que por cierto, era malo cómo la peste, nada que ver con el tinto del país que tomaba en su tierra, Galicia. Ella, con acento sudamericano, le dijo:
-Espero que todo esté de su agrado.
Él la miró. Era una chica morena de casi metro setenta, de ojos preciosos, sonrisa angelical, lindo rostro y rellenita, no estaba gorda, tenía donde agarrar... Buenas tetas, buen culo... Le gustó, pero no se molestó en...