Incestos a pares

Llenando su coño con mi leche, mis ojos se cerraron... Al abrirlos vi que mi tía tenía lo suyos en blanco.

Habíamos quedado en casa de mi prima Abi, una chica delgadita y preciosa, de ojos negros y larga melena del mismo color. Abi era la mayor causante de las pajas de todos los chicos de la aldea y de algún que otro viejo verde. Yo tuve suerte, ya que se hizo bueno el refrán: "Cuanto más prima más se le arrima".

Su padre y su madre estaban trabajando en el campo. Entré en su casa. Abi llevaba puesto un vestido azul que le daba por debajo de las rodillas y calzaba unas zapatillas. Le dije:

-Estás muy...

Del polvo en el cementerio a los polvos en mi cama

Volvió a poner su ojete en mis labios. Se los seguí follando con la punta de mi lengua hasta que me dijo: -Me va a venir. ¿Quieres que me corra en tu boca, bandido?

Mi sobrina Diana vivía ahora en pareja. Nos habíamos distanciado. Fue en la primera comunión de uno de mis nietos cuando la volví a ver. Estaba preciosa delante de la iglesia con aquellos zapatos negros con tacón de aguja y aquel vestido negro que le daba por encima de las rodillas. Al cruzarse nuestras miradas vi un signo de reproche en su cara. Tenía que aclarar las cosas con ella.

Lo hice cuando fue a estirar las piernas detrás de la iglesia. Allí había un cementerio. Estaba de espaldas, leyendo un...

Desvirgando a mi sobrina nina

... Dejé la lengua quieta, y Nina, moviendo la pelvis de abajo arriba y de arriba abajo, entre dulces gemidos, se corrió en mi boca.

Nina estaba castigada por haber suspendido la mitad de las asignaturas de aquel curso escolar. Era sábado noche, mi hermana y su marido se fueran al teatro, no quisieron que quedara sola en casa y la dejaron en la mía. Mi esposa y mis hijos estaban en la casa de mis suegros.

No recuerdo que daban en la televisión cuando llegó mi sobrina Nina de su habitación a la sala de estar. Nina, por aquel entonces tenía 18 años. Venía vestida para salir. Llevaba puesta una minifalda marrón que dejaba ver sus larg...

La morena

Cuando aquella cosa comenzó a subir, y a subir, y a subir, y a subir... y a aumentar de velocidad, la polla se me agachó entre los huevos, y...

La Morena, en una conversación nocturna, me había sugerido volver a pasar una noche juntos. Yo la convencí para que fuera un fin de semana y sin salir de la habitación.

La Morena y yo estábamos desnudos en nuestro nido de amor, descansando de la fuerza del temporal y esperando que llegase la brisa. Con su cabeza sobre mi pecho, y jugando con dos dedos sobre el negro vello que había sobre él, me dijo:

-Comes el coño mejor que nadie y follas de maravilla. Me vuelves loco, cabrón.

-Podías dec...

Dos historias paralelas

Luis, cómo su tía le daba la espalda, se puso de lado, y con el dedo medio le acarició el ojete haciendo círculos sobre él durante dos o tres minutos.

Vicenta, una mujer de 50 años, morena, alta, de tetas pequeñas, cabello corto, ojos marrones y aún atractiva para su edad, estaba en la habitación de un motel de carretera con su sobrino Luis, un joven de 24 años, mariquita perdido, pero eso sí, muy guapo, rubio, de ojos verdes, de estatura mediana y delgado. Les habían dado esa habitación porque no quedaban más libres. Al entrar en la habitación y ver la cama, le dijo Vicenta a su sobrino:

-Supongo que al ser mariquita no corro peligro. Nunca le metí...

Violeta

Al sentir sus tetas en la espalda, mi polla volvió a levantar la cabeza... -¿Estás empalmado, tío? Le mentí. -No. Una de sus manos bajó a mi paquete y se encontró con mi polla dura cómo una piedra...

Cantaba Luis Fonsi Despacito en la televisión. En la mesa estaban sentados varios de los miembros de mi familia. Era mi cumpleaños. Ya llegáramos al café y a las copas. Justo enfrente de mí tenía sentada a la mesa a mi sobrina Violeta. Una muchacha de ojos color marrón oscuro, con un cuerpo de escándalo y muy dulce en el trato. Era mi deseo prohibido. Lo que ansiaba con más ganas, y pienso que ella lo sabía, creo que más de una vez había visto por el rabillo del ojo como le miraba para el culo o para las te...

Bajo los cerezos

-¿Te corriste alguna vez al comerte el culo mientras te masturbaban? ¿Sentiste la sensación que produce la punta de la lengua en el ojete al tener un orgasmo...?

Habían quedado para charlar y tomar un café y acabaron en la finca de un amigo de Jose bajo unos cerezos.

Eran totalmente diferentes, ella joven y guapa, él maduro y feo, (eso pensaba él) ella dulce, el serio, ella con pareja y el casado, en lo que coincidían era en que ella era una sentimental y él un romántico, de allí que surgiera entre Diana y Jose un enamoramiento, cómo poco, eran sombras enamoradas.

La hierba estaba cubierta con pétalos blancos, Un mirlo, dos verderones y un jilguero trina...

Ocurrió en Venecia

La Divina arqueó la espalda. Su respiración se aceleró. Cogió las sabanas con las manos, y le dijo:

Fueran en vuelos diferentes y quedaran en encontrarse a las seis de la tarde en el Puente de los Suspiros.

A las seis menos cuarto, en el puente, estaba el maduro, un hombre con buen aspecto físico, esperando por la Divina. Vestía unos pantalones vaqueros, una camisa blanca y calzaba unas botas marrones.

Bajo el puente pasaba una góndola con el gondolero y dos enamorados cuando la vio venir. Vestía sobriamente, pero sin lujos. Calzaba unos zapatos negros de tacón de aguja. Al llegar a su lado, c...

Dulce

Cuando el maduro sintió que Dulce ya estaba perra, le preguntó a Vicenzo: ¿Quién le folla el culo, tú o yo?

Vicenzo, un treintañero, tras una larga separación de su novia, veinteañera se moría por hacerle el amor. Dulce, su novia, había añorado su calor corporal, tanto o más que él el de ella.

En una noche mágica hicieron el amor. Ella debajo, él encima. Llovieron besos tiernos, besos dulces, besos apasionados. Llovieron caricias y llovieron orgasmos.

El reencuentro fue glorioso, fue el reencuentro de dos enamorados.

Un mes más tarde, después de hacer el amor, desnudos sobre la cama. Vicenzo, be...

Fantasía

Después cogió la verga con la mano y jugó un rato con ella en la entrada del coñito y del ojete, sin llegar a meterla en ninguno de los sitios.

Estábamos mi fantasía y yo en una habitación de un pazo (palacio) gallego de un amigo mío que fuera contrabandista de tabaco rubio y que se fuera el fin de semana a París con su esposa. Sentado en el borde de la cama la tenía sobre mis rodillas y le azotaba las nalgas.

-... Que, -¡plas!, no -¡plas!- me -¡plas!- en -¡plas!- te -¡plas!- re -¡plas!- yo -¡plas!- que ¡plas! es -¡plas!- te -plas!- cu -¡plas! li -¡plas! to -¡plas!- pa -¡plas!- sa -¡plas! ham -¡plas! bre. ¡Plas, plas, plas plas!

-Pues d...