Basilia

Basilia abrió un botón de la blusa y vi el principio de su canalillo. Me estaba seduciendo. Mi polla se empezó a poner dura.

Basilia, apodada "La carnicera", tenia 44 años y estaba soltera, era morena, muy alta para los años setenta, entrada en carnes, con buenas tetas, buen culo, con nariz aguileña y labios finos, que en su vida los pintara... Era una mujer que no hacía volver la vista a los hombres, pero tampoco hacía nada para que la volvieran. Ni se preparaba ni gastaba un duro en ropa. Basilia, criaba, mataba y vendía la mejor ternera, el mejor cabrito, el mejor cordero, lo mejor del cerdo, vendía de todo, pero ya se sabe qu...

Era de pocas palabras

Aquella visión de mi polla entrando y saliendo de su culo hizo que en un par de minutos se lo llenara de leche.

Miércoles 7 de agosto de 1999.

Otro relato que cuento en primera persona sin haber cardado la lana.

Era el día de mi cumpleaños. Había discutido con mi esposa por haberme tomado unos vinos de más y por ese motivo al llegar la noche no quiso ir a cenar conmigo. Al haber reservado en un restaurante, fuera o no fuera tenía que pagar, no solo la cena sino también la habitación. Me fui solo y cabreado. Eran las diez de la noche, estaba en la barra del bar del restaurante y recuerdo que se oía la canc...

La tortura sexual y la orgía

-¡¿Quieres que Irma te meta un bocado en los huevos?! -No se atrevería. Irma, metiendo y sacando la polla de su coño, le preguntó a Paula: -¿Puedo mordérselos, señora?

Bruno (se hacía llamar Bruce) tenía 78 años, era alto, de pelo largo y cano. Lucía una barba blanca al más puro estilo Valle Inclán. Vestía con trajes hechos a medida, llevaba un Rolex en el pulso, dos diamantes en sendos anillos, una pulsera y una cadena, ambas de oro... Y es que los laboratorios farmacéuticos de los que era propietario le daban para eso, para seis autos, entre los que estaban un lamborghini, un porsche y un ferrari, para un castillo en Escocia, una mansión, para haberse casado con una esp...

La sobrina nieta inglesa

Me corrí. Al sentir mi leche dentro de su coño, gimiendo y entre suspiros, me dijo: I cum, daddy (Me corro, papi)

A un viejo amigo mío le regalara una sobrina nieta de su mujer una video cámara Panasonic Hc - V 180. El viejo grababa todo lo que se movía. Iba por la casa cómo un cuervo de día y cómo un murciélago de noche, y de noche, a la una de la madrugada...

Lo seguiré contando en primera persona.

A la una de la madrugada fui a la nevera video cámara en mano y grabé lo que había en su interior antes de coger una Heineken. La verdad es que llevaba conmigo la video cámara hasta a mear. Al acabar la cerveza...

Las maduras puritanas son las que tienen más ganas

Cuando su coño dejó de abrirse y de cerrase unté de nuevo mi mano derecha de mantequilla y le froté el periné y el ojete con dos dedos.

EVA

Eran las diez de una noche estrellada. La luna estaba en cuarto menguante. Sentía cantar a los grillos y a las cigarras, chillar a los niños que corrían alrededor de la hoguera de san Pedro, maullar a los gatos al llegarle el olor a sardinas asadas y ladrar a los perros al oírlos maullar... Era una noche de bullicio en mi aldea, una aldea de unos doscientos habitantes donde las casas fueran todas hechas con piedras y barro, aunque algunas ya fueran revestidas y pintadas de blanco. Donde las que ho...

La casada mal follada

Aún no acabara de correrse cuando le di la vuelta y le empotré las tetas contra la pared. Abrió las piernas, levantó los brazos y apoyó las manos en la pared. Se la clavé de una estocada.

Eusebio, un hombre maduro y atractivo, le preguntó al recepcionista de hotel donde se alojaba:

-¿Sabes a dónde podría llamar para encontrar a una joven de piel oscura, de 19 a 24 años que se deje hacer de todo y que tenga el coño peludo?

-¿Lo del coño peludo es una condición indispensable?

-Sí, me gustan las mujeres con el coño peludo.

-Y a mí, pero en chicas de compañía son muy difíciles de encontrar. ¿Cuánto estaría dispuesto a pagar?

-Cien euros.

-¿A qué hora la querrí...

Una mañana caliente

Llevo dos meses sin que me calienten el culo con una zapatilla, sin chupar unos cojones, sin tragar la leche de una corrida, sin escupir en una boca -se echo a su lado-, sin sentir una polla entre mis tetas, sin sentir ni una lengua ni un dedo ni una polla dentro de mi culo...

7.15 de la mañana. Martes 18 de febrero de 2020.

José, un hombre maduro, aún de buen ver, estaba soñado que follaba a una jovencita desconocida. Despertó sudado y empalmado. A su lado, dándole la espalda, dormía María, su esposa, una madura con un buen polvo. Le levantó el camisón, le bajó un poco las bragas, le acercó la polla al culo y comenzó a frotarla pensando en la chavala con la que había follado en sueños. María, despertó, y le dijo:

-A buenas horas te acuerda.

Le mintió.

-So...

Un día de lluvia, rayos y truenos

Al acabar de correrse, saqué la polla, la cogí por la cintura y puse su coñito en mi boca. Empapado y aún latiendo lo encontré delicioso...

Estaba en el monte. Hacía frío. El cielo estaba cubierto de nubes negras cargadas de lluvia. Le lancé un palo a mi perro para que fuera a buscarlo. Lo cogió. Volvía con él en la boca cuando se cruzó en su camino mi prima Elisa. El perro, un pastor alemán, dejó el palo a sus pies, la miró y le dio al rabo. Elisa le acarició la cabeza y siguió su camino.

Mi prima Elisa y yo nos criáramos juntos y fuimos inseparables hasta que un día de Reyes se rompió la relación uña y carne. Fue por culpa de una muñeca...

De loca a loca y follo porque me toca

Lamí entre sus nalgas, Jugué con mi lengua alrededor del ojete y después le metí la punta dentro. El ano, queriéndola atrapar, la sacaba. Se la volvía a meter... Volvía a lamer... Al poco, sabrosos jugos bajaban por el interior de sus muslos.

Era el día de la fiesta en la Viña, una aldea que estaba al lado de la nuestra. Se oía la música de una charanga. Yo estaba pescando truchas con mosca en un recodo del Río de Carmelita. Veía a los mirlos salir de los árboles en silencio y cagando leches al oír el ruido de las bombas. El día era soleado. Ni una nube se veía en el cielo y no se movía ni una paja.

Vi una trucha pasar río arriba. Debía ser cegata por que no vio la mosca. A mi lado llegó Angelita. Vestía unos pantalones vaqueros ceñidos al...

La tía madura se la pone al sobrino dura

Cogí sus duros pezones entre mis dedos y los apreté. Sus tetas se movían en mis manos cómo si estuvieran vivas. Su coño apretó y soltó mi polla varias veces y la bañó de jugos. Al llenar su coño de leche sus gemidos se volvieron encantadores, sensuales. Fue un polvo genial.

Bernarda era una mujer de 40 años, de un metro 52 de estatura, morena, ni gorda ni flaca, ni fea ni guapa. Parecía una mujer de aldea de los años treinta. Llevaba el cabello recogido en un moño y vestía y vivía de forma austera. Parecía de esas mea pilas que al follar con sus maridos no pasaban del misionero, parecía.

Kiko era un amigo mío, guapo, moreno, de estatura mediana, ancho de espaldas y estrecho de culo, pero maricón no era, eso seguro, y estaba al trabajo que le caía. Le había cortado a su t...