¿Mi hijo ya te folló el culo, Sabrina?

Un cincuentón le mete el vicio en el cuerpo a la mujer de su hijo.

Sergio, un cincuentón, moreno, de estatura mediana y de muy bien ver, estaba asando sardinas en la parrilla de la chimenea de su galería en la noche de san Juan. Dos de sus hijos sentados a una mesa conversaban animadamente delante de sus vasos de vino tinto, sus esposas preparaban dos ensaladas con lechuga y tomates. En el patio cuatro de sus nietos corrían alrededor de una hoguera y Sabrina, una de sus nueras llevaba en brazos a su hijo de un año, que miraba embobado para el fuego. Dos perros pequeños cor...

La casada romántica y el golfo

En un viaje en autobús rumbo a San Salvador, al caer la noche, comienzan los preliminares de un polvo inolvidable.

Sebastián iba en un autobús rumbo a San Salvador, cerró los ojos y pensó en el Camino de las Flores. Recordaba el mercado de Nahuizalco, la ceiba, el árbol sagrado de Salcoatitán, un árbol con más de cinco siglos de historia, La iglesia del Cristo Negro de Juayua y sus festivales gastronómicos, los Chorros de la Calera. La iglesia de Apaneca, Concepción de Ataco y el cafetal Beneficio El Carmen. Los murales. La casa Degraciela, el hotel boutique donde había dormido...Volvía a El Salvador cómo turista, la ve...

Culo veo, culo quiero, madre.

Un hijo se beneficia a su madre haciéndose pasar por marica.

Asier tenía 19 años, era rubio, de ojos azules, alto, delgado y muy guapo y además un buen estudiante. Su padre, Aitor, era soldado profesional. Su madre, Arantza, tenía una tienda de ropa.

Asier y su padre estaba en una terraza de un bar de Donosty. Nekane, una universitaria, morena, con todo más que bien puesto y conocida de Asier se acercó a ellos y le preguntó:

-¿Invitas a una Cocacola, Asier?

Aitor, el padre de Asier, que tenía la altura de su hijo, y que era rubio, fuerte y que lleva...

El brujo

Relato de un brujo que curaba cómo un dios y follaba cómo un diablo.

En Galicia se habla mucho de las meigas (brujas), pero muy poco de los meigos (brujos), en Curro de Arriba, una aldea cercana a la mía, había uno, se llamaba Jesús, pero lo apodaban El Sanalotodo por que curaba desde un reumatismo a una disfunción eréctil, pasando por un catarro o una frigidez femenina. De una frigidez femenina que curó va este relato.

Tenía Elvira por aquel entonces 26 años. Medía un metro cincuenta y dos centímetros y pesaba sesenta Kilos. Su cabello pelirrojo era corto y rizado, de...

¿Quieres ver cómo me corro, papá?

-¿Quieres desvirgar mi culito papa?

Era viernes por la noche. Angelines esperando a que su padre saliese de la tienda se entretuvo mirando escenas nocturnas de esas que pasan desapercibidas, por fugaces, cómo el beso chiquitín, furtivo, que le dio en la mejilla una niña a un niño que caminaban detrás de sus padres, o las caricias de la vieja Aurora a su vieja gata en la puerta de su casa, o los gritos de una discusión en casa de los Rojos, o los ladridos de los perros anunciando a sus dueños que alguien pasaba cerca de la casa ... La noche no...

Quiero ser tu amante, papá.

No te enfades. Quiero ser tu amante, papá. Quiero ser tu secreto mejor guardado. Quiero que me des el cariño que me falta.

Angelines era una muchacha de 18 años. Hacía seis meses que le muriera el novio corneado por un buey y estaba enfadada con Dios, con la gente, con los animales, estaba enfadada con el mundo. Se había vuelto arisca, maleducada y a toda pregunta daba una mala contestación.

Isidro, un hombre moreno, de 44 años, complexión fuerte y bastante atractivo, había vuelto a España después de muchos años de estar trabajando en el extranjero. Estaba sentado delante de un banco que había delante de la taberna de Ros...

La prima del cura, el cura y la pandilla

El cura es muy guarro, su prima tiene mucho vicio... Este relato no tiene desperdicio.

Benedicta, una joven de 26 años, de un metro sesenta centímetros de estatura, morena y guapa que estaba comiendo pato a la naranja con el cura en la cocina de la casa parroquial, y le decía el cura:

-Los muchachos de este pueblo hacen orgías homosexuales en el monte.

-¿Y tú cómo sabes eso, Nicolás?

-Me lo contó Pancho.

-¿En confesión?

-Sí, en confesión.

Fue cómo si le dijera que hacía un sol de carallo. Sabía que su primo se pasaba el secreto de confesión por el forro de...

Despacito

Tenía ganas de comer una paella, pero no contaba con que el postre iba a ser lo más rico.

Tenía ganas de comer una paella valenciana y fui a Valencia cuando casi nadie va, después de las fallas. En la calle Iglesia de Vera entré en el Restaurante Casa El Famós, un lugar muy sencillo y agradable con mesas con cuatro y ocho sillas, manteles que podrían ser de cualquier casa, en el que había cantidad de cuadros en las paredes, dos lámparas en el techo, en fin, un lugar sencillo en una casa de dos pisos pintada de color ocre y con un servicio de lo más agradable. Estaba dando cuenta de una buena pae...

Un incesto inolvidable

El padre desea a la hija, la hija desea al padre, se presenta la ocasión y la cosa acaba en desmadre.

Rubén era un cincuentón, millonario, alto, moreno, con el cabello teñido de negro, y en buena forma para su edad. Su profesión conocida era la de abogado, pero durante más de veinte años fuera ladrón de guante blanco, cosa que solo sabía su madre y su hija Irma, una mulata preciosa, hija de una cubana, que fuera la segunda esposa se Rubén. Irma tenía ojos grandes y negros cómo la noche y sus medidas eran 92 - 65 - 90. Era abogada de profesión y cuando la ocasión se presentaba, ladrona de guante blanco, cosa...

Te aseguro que te correrás

Un cazador caza la mejor pieza de su vida.

Tenía yo por aquel entonces 42 años. Pasaba de las once de la mañana. Iba vestido con mi ropa de caza, mi gorra, mis botas, mi cinturón con cartuchos del que colgaban tres conejos y llevaba la escopeta de cartuchos al hombro. Mi perro olió algo y salió corriendo. Seguí monte arriba y me encontré con un espectáculo triple. Desde lo alto vi en una cantera a Señora Felisa, apodada la Leona, una vieja de unos ochenta años, viuda, y a señor Antonio, apodado el Trompo, un viejo de su edad, casado, que andaba borr...