Eva
Mario se baja el pijama y su sexo emerge, duro y caliente, lo frota mojándose con la humedad entre sus piernas, ella lo atrapa y Mario empuja lentamente, nada lo había preparado para lo que sintió al notar como el sexo de Eva apretaba su sexo como un guante, la coge de las caderas y la penetra de un empujón,
Eva sale del trabajo de un humor de perros; por si fuera poco después de todas las complicaciones con las que tiene que lidiar desde que dos de los mayores proveedores de la tienda de telas para la que trabaja están en Francia y por lo tanto ello le obliga a desempolvar su maltrecho y escaso francés, ahora su jefa la manda como si fuera la chica de los recados a tomar medidas a casa de alguna de sus ricas amiguitas.
Con la dirección anotada coge un taxi en la puerta, mientras se dirigen a la dirección...