Juana, la princesita de papá

Juana volvió a mirar y vio a su padre arrodillado detrás de su abuela, que estaba a cuatro patas. Su padre tenía un culito que aún la excitó más de lo que estaba. Volvió a arrimar la espalda a la pared y se siguió masturbando.

Juana tenía 20 años, era delgadita, morena. Su cabello. castaño le llegaba a la cintura. Tenía ojos negros, tetas pequeñas, y medía sobre un metro setenta.

Siempre había tenido todo lo que quiso. Desde su casita de muñecas en una habitación de la mansión en que vivía, al GTA Spano que le pidiera a su padre al cumplir los veinte años . Era la princesita de papá, y lo era porque su madre los abandonara cuando era una niña y su padre se había volcado en ella.

Si Juana era la princesita de papa, Reb...

De las pajas de gloria y otros vicios

¿Cómo te llamas? -Adolfo, pero me dicen Adolfo el Golfo. ¿Por qué será? -No se. Yo me llamo Gloria y me dicen Gloria la Cerda, y sé porque me lo dicen.

El día estaba soleado, más era un sol del mes de marzo, un sol que no calentaba. No se movía una hoja. Era el día ideal para tumbarse boca arriba sobre la hierba y no hacer nada.

Gloria estaba en el monte debajo de un pino, vigilando a sus ovejas, que estaban apastando. Le dijo a Tobi, su pastor alemán:

-¿Nos hacemos una paja, Tobi?

El perro, como si la entendiera, se relamió y le dio al rabo.

Gloria se metió una mano dentro de las bragas y con la otra le empezó a menear la polla a T...

Sor... presa

Sara.-Me voy a correr otra vez, sobrino. No te corras dentro, por favor.

Delfín, un joven de 20 años 1.82 de estatura, moreno, de ojos azules, con cuerpo de culturista, y su tía Sara, 1.75 de estatura, 34 años, morena, de ojos negros y muy guapa, estaban en la sala en el mismo sillón mirando la televisión.

Sara.-¿A que hora llegaban tus padres a Londres?

Delfín.-A las ocho y media.

Sara.-Ya son las diez de la noche y aún no han llamado.

Delfín.-Se retrasaría el avión, o se olvidarían de llamar. ¿Sabes una cosa, tía?

Sara.-No, dime.

Delfín.-Me...

Conchita

Caperucita Roja, o lo que es lo mismo, Conchita, se metió en la bañera y pensando en su padre y en su madre, se hizo una paja como un mundo.

Conchita era una muchacha alta, morena y guapa. que había recibido una buena educación en un colegio de monjas. Su madre, Concepción, una morena de buen ver, era una mujer católica, de misa dominical, confesión semanal y fiel a su marido. Era la esposa perfecta. Su padre, Federico, era un hombre, alto, moreno, de complexión fuerte y admirado por su rectitud. Decían de él que era el marido que toda madre querría para su hija.

Carnavales 20017.

Conchita con su disfraz de Caperucita Roja estaba arr...

El primer orgasmo de rocío

El joven, con un empalme bestial, acarició aquella pequeña teta, suave como la seda y dura como un limón.

Era verano. Estaban debajo de un roble, echados boca arriba sobre la hierba, enamorados hasta la médula, pero su amor era una bomba. Si sus padres se enteraban de que estaban juntos empezaría una guerra en la que habría sangre, ya que sus familias se llevaban a matar. No eran Romeo y Julieta, ni sus familias eran los Montescos y los Capuletos, la de él eran los Jaranas y la de ella los Mata Mulas.

Rocío, rubia, de pelo largo, ojos azules, delgada, de tetas pequeñas y carita angelical, besaba a Fermín,...

Andrés, roncaba

Juana pensó que haría correr a su hijastro, pero no contaba que podría tener un orgasmo anal, pero lo tuvo. Juana tuvo su primer orgasmo anal.

Ella, Juana, peinaba canas, él, Felipe, estudiaba F P. Ella, con un marido alcohólico y maltratador, pasaba más ganas de polla que una adolescente en celo, él era un adolescente en celo.

Andrés, el marido de Juana, dormía la borrachera en el sillón grande de la sala de estar, Juana, estaba sentada a su lado. La mujer sintió el ruido de la llave en la cerradura de la puerta del piso. Soltó el cinto de su bata de casa azul. Abríó las piernas. Se recostó en el sillón. Cerró los ojos y se hizo la dormida....

Aida

Follándolos estaba cuando sintió que le ardía el coño. Era la leche del africano que se estaba corriendo dentro de ella. Pier también le estaba llenando el culo de leche.

Aida, una mujer de 34 años, alta, morena, delgada, con un tipazo, salió de su chalé en la sierra madrileña vestida con un traje gris, una blusa blanca, escotada, que dejaba ver el comienzo de unas grandes tetas, y unos zapatos de tacón de aguja del color del traje. Subió en su BMW azul y se dirigió al centro de la capital. El monumental atasco que se encontró no la molestó. Estaba perdida entre sus pensamientos. Se le hacía muy difícil de creer que su cuñada Soraya, viuda de su hermano Jorge, fuera la amant...

Agripina

Celsus, al comenzar a correrse, sacó la polla de la boca de su hija y se corrió en las manos de Aregoma. Con la leche, la esclava, acabó de darle el masaje facial a Agripina.

En tiempos del Imperio romano, donde las madres enseñaban a follar a sus hijos, los padres se tiraban a los hijos y a la hijas, los hermanos a las hermanas, las doncellas a sus esclavas y a sus amigas y enemigas. Donde las orgías estaban al orden del día y donde los dioses no se metían en la vida sexual de los humanos, o si lo hacían era para follar como descosidos, (véase Leda y el Cisne) en esos tiempos vivió un doncella llamada Agripina.

Agripina era alta, delgada, de ojos color avellana, tetas peq...

Gloria

Dicho y hecho. Se corrió soltando un squirt que dejó perdida la cara de su abuelo. No contenta con esto, le frotó el coño por toda la cara durante el tiempo que la recorrió el placer

Gloria era una joven de una aldea muy remota a donde aún no había llegado la luz. Estaba entrada en carnes, sin llegar a ser obesa. Medía 1.56 cm. de estatura, era morocha, de ojos negros, el cabello lo tenía largo, recogido en dos coletas. La joven andaba semanas con la misma ropa y por eso la apodaba La Cerda. Vivía con Jaime, su abuelo, un hombre de 64 años, alto, al que apodaban El Seco, por ser muy delgado. Vivían de los productos que cultivaban en el campo y de sus animales, como todos los vecinos de...

¿quién?

¿Quién no se masturbó?

¿Quién no hizo erótica poesía

en la soledad de un anochecer,

y a una margarita no hizo arder,

no la hizo gozar sin ella saber,

y sin saber no desbordó su ría?

¿Quién no bebió dulce ambrosía

que guardaba muy dentro de su ser,

viendo su maravilloso fallecer.

viendo en su rostro el amanecer.

viendo su deliciosa agonía?

¿Quién no gozó de una alegría,

de un nuevo y dulce amanecer,

de una paloma que quiso hacer

real lo que era una utopí...