Loba ardiente ii
El sabor salado de sus lágrimas me excitó. Mi padre, con sus caricias, había despertado la loba que había en mí. Busqué los labios de mi hermana...
Cuando mi hermana Berta vio a mi padre con la verga tiesa y a mí subiendo las bragas, abrió los ojos como platos, se tapó la boca con la mano, y después, exclamó:
-¡Depravados!
Se dio la vuelta y se fue corriendo para su habitación.
Mi hermana Berta era dos años menor que yo. Ella tenía 19 años y yo 21, las dos éramos de estatura mediana, morenas, de ojos castaños, cabello largo, grandes tetas y según decían, muy guapas.
Después de vestirme fui a la habitación de mi hermana. Debía co...