De incesto en incesto

Metí mi cabeza entre sus piernas, le abrí el chochito con dos dedos y vi que el agujero de su vagina era poco más grande que la cabeza de un alfiler

Hay cosas de hace muchos años de las que no me acuerdo, pero estos sucesos jamás los podré olvidar.

En aquel tiempo era muy joven. Vivíamos mis abuelos y yo en un corral de aldea, corral en la que había cuatro casas. Mi tía, mi prima, su hermano y mi tío vivían en la casa de al lado.

MI PRIMA SARITA

Sarita, mi prima, era un año más joven que yo y bonita como un rayo de sol. La apodaban La Anguila, por que era morena, delgadita y se escurría de todo, del trabajo, del colegio...

Desde...

La cabaña

Anabel aceleró aún más los movimientos de lengua. Un grito salió de la garganta de Lara: ¡¡Me corro!!

Eran las once de la noche de un viernes del invierno de 1977. Rosa, morena, 18 años, con un cuerpo de escándalo, Lara, 17 años, rubia, con un escándalo de cuerpo y Anabel, hermanastra de Rosa, 16 años, rubia, con un cuerpo escandaloso, estaban en la cabaña del padre de Rosa. Habían llegado hasta allí en el BMW azul de Rosa, un auto con poco más de un mes de uso. Estaban en el salón, en bata de casa, sentadas en tres sillones delante de la chimenea, en la que ardían unos troncos de roble. Se acaban de fumar...

Angelita

-Prefiero que me siga follando. -se puso a cuatro patas- Así nunca me folló su hijo, y además estoy indefensa. Con eso le había dicho que se la podía meter en el culo cuando quisiese.

Federico, un viudo sesentón, iba paseando a su perro por el monte cuando vio a Angelita, arrodillada y bebiendo en un regato que bajaba del monte. Tenía el trasero en pompa, y le dijo:

-Ese si que es un culito diez, Angelita.

La voz de Federico la sorprendió. Se puso de pie.

-¡Qué susto me metió, suegro!

Federico era un hombre de complexión fuerte, de estatura mediana, pelo cano y aún potable. Vio al lado de Angelita un saco mediado de piñas, y le dijo:

  • ¿Cómo andas hoy a las...

Gordi 2

-¿Me dejas que te la meta en el culo, Teri? Con la verga dentro de su coño, sonrió y me dijo: ¡Qué cochino!

Yo estaba reclinado en la bañera, bañera que estaba menos que mediada de agua. Gordí, sentada sobre mis piernas, me dio a mamar sus grandes y duras tetas, mojadas y llenas de espuma. Me puso el pezón de la teta izquierda entre los labios, después hizo lo mismo con la derecha... así unas veinte veces. Empalmado como un toro, mamé aquellas deliciosas tetas con areolas marrones y pequeños pezones y acaricié su trasero hasta que dejó de dármelas. Luego sus gruesos y sensuales labios me comieron la boca y besaro...

Gordi

-Sí, vi como a Pura le salía leche a presión de la boca. Bebía con ganas, pero eso no evitó que le quedara el vestido empapado de leche. Creo que la leche de la corrida del burro llenaba una jarra de las de litro

María Teresa, Teri, era una jovencita de dieciocho años, morena, de ojos marrones, cabello negro y largo, con grandes tetas y gran culo, muy tímida y con carita de ángel. Medía sobre un metro setenta, y estaba entrada en carnes, por eso la apodábamos Gordi.

Recuerdo que eran las doce del mediodía. Yo por aquel entonces tenía treinta y ocho años. Estaba plantando un cerezo en mi huerto con mi torso peludo al descubierto. Mi esposa, junto a la madre de Gordi, (mi hermana) el padre y los hermanos se fuer...

Tigresa blanca

-Venga, tía, no te hagas la ofendida. Me llamaste para echar un polvo. Hace tiempo que me tienes ganas. No lo negó. -¿Y tu amigo a qué viene? Le respondió Toni. -Yo soy maricón y vine para romperte el culo.

Este relato lo escribí con los datos que el me dio el marido. Espero que os guste.

Su nombre de guerra era Tigresa Blanca. No llegaba a los 40 años. Era alta, rubia, de pelo corto, con buenas tetas, anchas caderas y un culazo. Era una folladora incansable. A Pepe, su marido, le gustaba mirar como se exhibía delante de los hombres, y como no, mirar como la follaban, pero ese día, mientras Pepe trabajaba,Tigresa Blanca, había decidido ir por libre y echar un polvo salvaje con su sobrino Juan, que vivía...

De chapero de aldea a gigoló de capital

-Bésame, por favor. Ni puto caso, desprecié sus labios y le volví a tirar de los pelos atrayendo su cabeza hacia atrás mientras le clavaba la verga con fuertes golpes de riñón.

El día que llegué a Londres iba con ganas de comerme el mundo, y me lo iba a comer, me iba a comer un mundo de coños insatisfechos de mujer, aunque antes trabajé en un hospital fregando platos, barriendo, fregando suelos y limpiando baños y aseos por 50 libras semanales. En fin, que después de acabar el bachiller fui a Inglaterra a perfeccionar el inglés y volvería a ser chapero, esta vez un chapero de lujo.

Aconsejado y recomendado por un viejo español que fuera chapero y que había conocido en un pub...

La noche de las confesiones incestuosas

La monja se acercó a mí. Se puso a mis espaldas. Me besó el cuello... Yo ya estaba muy mojada, y más que me iba a mojar cuando el cura sacó la polla de debajo de la sotana.

Uno más.

Este relato se lo dedico a todas las que se han hecho un dedo leyendo un relato erótico.

Susa, su hermano Fernando, Aura y yo, estábamos junto al carro de las vacas en el bajo de la casa de los padres de los hermanos haciéndole compañía a la hija del hombre que hacía la aguardiente para algunos de los vecinos, "el cañero", al tiempo que desgranábamos maíz de las espigas. Aquella noche llovía a Dios dar agua. El viento silbaba entre las tejas de las casas. De vez en cuando un rayo ilumin...

Yenny , la historia de un incesto

Sentí un placer como nunca había sentido. Las piernas me temblaron y la vista se e nubló. Acabe totalmente ciega cuando el placer llegó al pico más alto. Luego, mi padre, la sacó y se corrió sobre mis tetas.

No pensaba contar esta historia, pero como este es el último relato que escribo, 224 relatos ya son muchos relatos, os la voy a contar.

Yenny, cuando yo la conocí, tenía 17 años. Era mulata, de cabello corto y rizado, ojos azules, alta, delgada, con buenas tetas y un culito perfecto. Era una preciosidad.

Naciera en Alemania y era hija de padre gallego y madre Mauritana. Su padre se había casado a los 20 años con su madre, que era mucho mayor que él. Yenny ya tenía 11 abriles cuando se casaran. A...

Atilana

Al rato, a punto de correrse, se destaparon. ¡Ni frío ni leches! ¡¡Eran de Bilbao, la hostia!! Atilana enterró su lengua en el coño de Rita. Rita enterró la suya en el coño de Atilana...

Atilana era una mujer casada, de 40 años, de un metro cincuenta y cinco de estatura, de cabello claro.Tenía algún kilo de más, pero eso la hacía más deseable. Sus tetas eran grandes y su culo gordo. Era guapa sin ser un bellezón.

Atilana no estaba satisfecha sexualmente, pero no le pusiera los cuernos a su marido, aunque sus dedos, en su imaginación, ya habían sido la polla y la lengua de varios de bombones, y de alguna fresa, en otras palabras, no se cortaba para darse amor a si misma. Era una mujer...