Niña mía, puta mía
Ese oscuro deseo que nace de tu oscura mirada, que se agita a la vez que tus densas pestañas se agitan. Sabes que puedes hacer conmigo lo que quieras, lo sabes de siempre.
No, no me cansas, hija mía. Sabes que no me cansas. Pero es que este cuerpo mío está derrengado. Y uno ya no está para tus trotes. Entre tú y tu madre me robáis toda la vitalidad. Y tú… tú quieres sorberme la propia vida. Mi vida, mi niña.
Me miras con esos grandes ojos dorados repletos de lascivia, cejas fruncidas; de tus labios rebosa saliva brillante que recoges con tu lengua. Antaño no me mirabas así. No sé qué ha cambiado. Es tu madre quien se fija en todo. Yo solo acierto a ver las diferencias c...