Aciago destino

Un relato erótico de humor para una concepción escabrosa.

Aciago destino.

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Un relato erótico de humor para una concepción escabrosa

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Esteban Barroso fumaba ese cigarrillo de forma compulsiva. Sudaba tanto que dos manchurrones asimétricos y oscuros empapaban su camiseta. Le picaban las orejas y le escocían los ojos.

Y aún no tenía una respuesta a la pregunta que su recién encontrada hija, con ojos brillantes y dientes blanquísimos, le había hecho.

Cruzaba las piernas y las descruzaba, y a cada...

Olímpicas

Poesía erótica en prosa.

Olímpicas

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Poesía erótica en prosa.

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La soledad.

Pienso en ella mientras tomo un té en la cocina. Acuclillada en un rincón mientras a mis pies Misha ronronea frotándose contra mí.

Mis ojos miran sin ver. Sólo escucho a SexPistols en la lejanía, el vecino de arriba tiene otra fiesta. Sostengo la taza de té apoyada en mis muslos mientras recuerdo a Febe.

Febe. Una mujer risueña. Soñadora. Arrebatadora. Vital.

Antes...

La diosa Viotaltu y el ladrón Hadini

Un relato erótico ambientado en una época antigua e imposible.

La diosa Viotaltu y el ladrón Hadini.

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Un relato erótico ambientado en una época antigua e imposible.

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Quizás, si Hadini hubiese valorado más su vida que su placer, no estaría así. Ahora sólo le quedaba aguardar a su descubrimiento, y a tenor de los pasos acercándose tras la puerta, era inminente.

Pero no. El muy idiota, en cuanto vio a aquella rotunda morena de larga cabellera ondulada y prietas carnes, comenzó a hacer más caso a su impulso...

La ducha

Relato erótico de autodescubrimiento.

LA DUCHA

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Relato erótico de autodescubrimiento.

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La espera me reconcome. No puede evitar la posible comparación.

Tumbada en la cama, con un picardías de fina seda y unas medias de rejilla, espero con ansia la llegada de mi marido.

Me he depilado por completo, algo que ha supuesto un ejercicio de contorsión que debería ser premiado o al menos aplaudido, aunque con una sonrisa perversa de Juan, mi marido, me conformo. Llegar con la cu...

El señor Fairbanks y Belisaria

Me llamno Belisaria y soy una asistenta dominicana que trabaja en casa de Don Felipe Fairbanks, un pervertido cincuentón en silla de ruedas.

Como cada día subí a casa del señor Fairbanks. Ese día no estaba de humor y supongo que el vecino que me encontré en el ascensor lo notó. Sobre todo cuando al comentar que el día iba a ser tan tórrido como el anterior, yo contesté:

-Pues claro, es lo suyo, estamos en verano y esto es el centro de la ciudad -. Quise añadir "no te jode", pero yo no decía esas cosas. O al menos antes no las decía.

Dejé al vecino en el octavo. Ni siquiera se despidió. Lógico. Yo sí, era una chica formal.

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