Milagros

...La até a las columnas del cabecero y el pie de la cama. Se dejó hacer, confiada. Estaba tensa, quizá ilusionada por la dominación. La tapé los ojos con un pañuelo y me volví al salón...

—¿Podría rellenarme este formulario, por favor? —escuché mientras caminaba hasta la sala de exploración.

—Claro, faltaría más —contestó una voz femenina, nasal, algo estridente. Arrastraba las eses y entonaba con autoridad, confianza. Pero era una seguridad irreal, producto de una aversión natural hacia nosotros. Incluso noté algo de aprensión en la última palabra.

Mmm, pensé, una nueva clienta.

Aminoré el paso y giré la cabeza lo suficiente para poder atisbar por la puerta entornada...

Clientes

...Me senté en el regazo de papá mientras sonreía lascivo, incapaz de contener un enorme bulto entre sus piernas que no le importó enseñar cuando las abrió y me escurrí entre ellas, dándole la espalda...

Una ligera brisa se cuela por debajo de la minifalda y me asciende hasta la ingle. Cruzo las piernas embargada por una repentina necesidad de mear. Cuando me entra frío en los bajos me entran las ganas de mear, es matemático. Agradezco el vello que me cubre el sexo. Quizá por esa razón los humanos hemos conservado el vello en las zonas más delicadas de nuestros cuerpos. Hace tiempo leí en una revista, no sé si era Muy Interesante o Quo, creo que da lo mismo, que la pregunta que cabe hacerse no es porq...

Inhumano

Luna de miel en un resort de una pareja. Ausencia de condones, horror absoluto.

—Inhumano, ¿sabes?, creo que esto es inhumano, demencial incluso, Paola.

—No exageres, Rafa, dijo ella, es solo… mala suerte, creo yo.

—¡Y una polla de mala suerte!— bufó él—, mala suerte es que el taxi que nos trajo al hotel hubiese pinchado, mala suerte es que nos hubiese tocado una habitación debajo de los cubos de la basura, no, Paola, no, no me digas que es mala suerte, porque esta luna de miel es el colmo de la crueldad; fíjate si estoy harto que hoy, nada más llegar por la mañana, mie...

La lección de la pupila

¿Alguna vez te has follado el coño de una jovencita, profesor; una jovencita como yo?

—¿Alguna vez te has follado el coño de una jovencita, profesor; una jovencita como yo?

Levanté la vista y suspiré; suspiré porque estaba cansado de oír aquellas preguntas, cada vez más asiduas en niñas cuyos cuerpos ya son propios de mujeres, pupilas cuyos pensamientos aún salpican más en el charco adolescente que en el adulto, pero con epicentros hormonales ya desarrollados, propios de niñas procaces, gustosas de conocer los misterios del sabor y el olor del sexo. Levanté aún más la vista y, an...

Para escribir relatos eróticos

Unos cuantos consjeos para intentar aumentar la calidad de los relatos de la web.

PARA ESCRIBIR RELATOS ERÓTICOS

Surge esta guía para intentar suplir las carencias que, considero, aparecen con demasiada frecuencia en los relatos publicados en esta web. Sin embargo se podrían aplicar a cualquier tipo de escrito, salvando las distancias.

Lo primero, lo más importante, para escribir relatos eróticos (o pornográficos, quién sabe dónde está la diferencia) es escribir con la cabeza y no con la polla (o el clítoris). Parece un chiste, pero está lejos de serlo. Hay que olvidar,...

Transgresor

Mi prima Carmen.

Hoy es viernes, noche. Estoy tumbado en el sofá del salón viendo las porquerías que difunde la tele. Hago zapping. Encuentro un canal donde emiten una película que acaba de empezar. Pero mi atención no está puesta en la pantalla, sino que se retrae años atrás. Creo que hace doce.

Baste decir que aquel año no fue uno de los mejores que pasé en mi adolescencia. Mis padres se separaron después de años de discusiones y miradas afiladas, mi hermana se fue a vivir con un hippie a Ámsterdam y yo descubr...

Dios mío, cuántas locuras se hacen por el sexo

He aquí un relato que intenta ofrecer algo de luz sobre los extraños acontecimientos acaecidos durante los últimos meses, en cuanto a esos hechos tan horrendos, y que nos hacen temer el salir por las noches en busca de sexo.

Dios mío, cuántas locuras somos capaces de hacer por el sexo.

Escribo esto con la certeza de que tarde o temprano yo también sucumbiré. Que quede un testimonio escrito es mucho mejor que se deshonre nuestra memoria con elucubraciones sobre nuestra indecente moral o nuestra estupidez juvenil. Lamentablemente no sé si llegará a leerlo alguien.

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Todo ocurrió hace unos dos meses, una noche a mediados de julio. No era tormentosa ni era aciaga. Era una noche de julio, sin má...

El hijoputa (y 2)

La historia que voy a contar es real, me ocurrió a mí, y todo es riguroso, excepto los nombres y algunos detalles. Es recomendable, pero no imprescindible, leer la primera parte.

Aclaración: este relato tiene muy poco (o nada) de erotismo. Avisados estáis si lo leéis.

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Ocurrió ayer, mientras tenía ya escrita a medias la segunda parte del relato de "El hijoputa". Mi amigo, el que me había proporcionado la historia a través de una confesión hecha una noche de borrachera, después de enterarse de que había publicado en forma de relato los inicios de su peripecia, me había llamado por teléfono muy cabreado. Me ordenó que eliminase el relato y que me olvid...

El hijoputa

La historia que voy a contar es real, le ocurrió a un amigo, y todo es riguroso, excepto los nombres y algunos detalles que he tenido que imaginármelos o suponerlos porque mi amigo no quiso contármelos.

La historia que voy a contar es real, le ocurrió a un amigo, y todo es riguroso, excepto los nombres y algunos detalles que he tenido que imaginármelos o suponerlos porque mi amigo no quiso contármelos.

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Todo comenzó una tarde de agosto, estaba de vacaciones y me encontraba solo en casa, masturbándome viendo videos porno en internet.

Mi nombre es Rodrigo y tengo casi diecinueve años, vivo con mis padres y mi hermana Mabel y aunque ella hace poco que se ha c...

Te voy a enseñar como follarse a un tío.

Una apuesta entre dos amigas que se escapa de madre.

―¿Quieres una birra, Sandra? ―me ofreció Isabel.

―Vale, pero solo si traes otra para ti; odio beber sola ―contesté estrujando el pañuelo de papel entre mis manos. Estaba esponjoso de tanto absorber mis lágrimas y mocos. Incluso comenzaba a sentirlo pegajoso. La verdad es que daba un poco de grima. Lo miré entre mis dedos y la asociación que me vino a la mente fue inevitable. Las lágrimas regresaron a mis mejillas y al cabo tuve que sonarme la nariz en él, a pesar del asco.

―¿Otra vez, Sandr...