Rozando el Paraíso 8

—¿Os conocéis del Club? ¿Qué Club? —inquirió ella intentando saciar su curiosidad con astucia. No había planeado hablarle todavía de la existencia del Club. Pero no siempre las cosas ocurrían como uno quería y aquel momento le parecía tan bueno como cualquier otro para explicarle una parte importante de su relación con ella.

8

El lunes se despertó agotada. Tenía los pezones doloridos y sus orificios naturales irritados por las intensas sesiones de sexo a las que Lara y Orlando la habían sometido el fin de semana. A pesar de todo nunca se había sentido mejor. La sensación de dormir acurrucada como un gato entre los cuerpos desnudos de sus amos había sido grandiosa. Ni siquiera se sentía capaz de describirla. El calor de sus abrazos, sus caricias tranquilizadoras, sus susurros de aprobación hacían que hasta el placer de...

Rozando el Paraíso 7

—Creo que tu chica aun no entiende lo que significa ser tu esclava. —dijo la intrusa al ver el gesto desconsolado de Bris.

7

Cada amanecer Bris se despertaba sola en su cama. Al principio no había entendido la actitud de Orlando acompañándola a su casa después de hacer el amor, pero en pocos días se dio cuenta de que todo formaba parte del juego. Se levantaba aun con la leve irritación de su sexo recordándole los excesos de la noche anterior y prometiéndole nuevas sensaciones para aquella misma noche. La espera, unida a la presencia del vibrador que de vez en cuando despertaba y le recordaba con sus chispazos que siem...

Rozando el Paraíso 6

Orlando aprovechó para darle aun con más fuerza mientras la obligaba a mirarse. Bris se sentía a la vez sucia y excitada, mala e inocente, puta y obediente...

6

Bris se levantó cansada. Los sueños no le habían dado tregua en toda la noche. Sueños calientes y violentos que perturbaban su descanso. Se levantó, se duchó y dudó frente al espejo. No quería arreglarse y ser el centro de atención en el trabajo, pero no podía desobedecer a Orlando.

Mientras se arreglaba el pelo y se maquillaba, siguiendo las recomendaciones que le habían hecho en el salón de belleza, se preguntó cómo diablos había llegado a aquella situación. Toda su mente estaba centrada...

Rozando el Paraíso 5

Bris dudó y miró a su alrededor, buscando cualquier persona que pudiese pasar por allí y sorprenderla, pero al final le hizo caso y separó las piernas ligeramente. —Un poco más, y tira de la falda un poco hacia arriba. Roja como un tomate, obedeció rezando para que ninguna persona acertase a pasar..

5

Se despertó con el sabor a sexo aun impregnando su boca. Orlando no estaba a su lado y tampoco estaba en la habitación. Aun un poco adormilada se levantó y lo encontró en el salón de pie, desnudo frente a la galería, mirando al exterior. En silencio se acercó a él y lo abrazó por la cintura mientras apoyaba la cara en su hombro.

—¿Qué haces? —preguntó ella mientras aspiraba el perfume que exhalaba su cuerpo.

—Estaba pensando. —respondió él lacónico.

La cabeza de Bris se llenó d...

Rozando el Paraíso 4

Siguió a Orlando con la mirada mientras este abría el cajón de la mesilla de noche y extraía un largo pañuelo de seda. —Dame tus manos. —¿Qué vas a hacerme? —preguntó ella temblando— Yo no... —Dame tus manos. —insistió.

Este relato consta de 39 capítulos publicaré uno más o menos cada cinco días. Si no queréis esperar podéis buscar el relato completo en amazon.

4

Al día siguiente se despertó con la ropa de la cama arrebujada en torno a su cuerpo como una especie de serpiente constrictora y una ardiente sensación de necesidad en sus ingles. Los recuerdos de la noche anterior la asaltaron y se mezclaron con los viejos recuerdos de la desagradables noches que había pasado con Javi, creando en ella un estado de...

Rozando el Paraíso 3

Por el rabillo del ojo vio como él dejaba un billete y se apresuraba tras ella. Quería y no quería que la siguiera. Apretó el paso e incluso intentó correr, pero los zapatos se clavaban en la piel de sus talones causándole tanto dolor que tuvo que aflojar el paso...

Este relato consta de 39 capítulos publicaré uno más o menos cada cinco días. Si no queréis esperar podéis buscar el relato completo en amazon.

3

El mismo sueño de siempre la despertó poco antes de que sonara el despertador. La noche anterior le había costado dormirse con las palabras de Orlando y de Mari mezclándose en su cabeza y poniéndola al borde de un ataque de ansiedad.

Se miró al espejo. Su aspecto no era tan malo como esperaba. Solo unas leves ojeras. Luego sus mirada resbaló p...

Rozando el Paraíso 1

En casos como aquel nunca se precipitaba, prefería que la presa escapase a capturar la inadecuada. Lo que más le había sorprendido era que tras buscarla hasta en los lugares más extraños y recónditos, la hubiese encontrado justo frente a su casa...

1

En casos como aquel nunca se precipitaba, prefería que la presa escapase a capturar la inadecuada. Lo que más le había sorprendido era que, tras buscarla hasta en los lugares más extraños y recónditos, la hubiese encontrado justo frente a su casa. Recordaba perfectamente la primera vez que la había visto. Se había tomado un descanso del trabajo y degustando una taza de té, se acercó a la galería y dirigió su mirada hacia el parque que tenía debajo. La había visto llegar, pisando con cuidado en e...

Rozando el Paraíso 2

Bris apartó la mirada azorada. Se sentía una especie de pordiosera comparada con él. De repente, deseó con todas sus fuerzas haber ido antes a comprar unos zapatos nuevos... Luego inmediatamente desechó el pensamiento. Cualquier cosa que comprase no hubiese mejorado la imagen que aquel hombre tenía de ella.

2

Al día siguiente ya tenía el material adecuado. Un telescopio terrestre de última generación. El dependiente que se lo había vendido le había asegurado que las lentes Zeiss eran de lo mejorcito que había en el mercado y que eran las mismas que usaban los francotiradores norteamericanos para volarles la cabeza a los talibanes. El vendedor era gilipollas, pero no se había equivocado. Con aquel aparato podía distinguir el color de los ojos de un gorrión en el otro extremo del parque.

Desde es...

El Roast de Adolf Hitler 12

Capítulo final. Adolf.

12. Adolf

Por fin podía levantarse. Con un gesto miles de veces ensayado se yergue y se coloca el flequillo con un movimiento enérgico de su mano derecha, la que no tiembla constantemente. Con paso envarado se acerca al atril y lo agarra hasta que los nudillos se le ponen blancos. Lanza una larga mirada al público asistente. El silencio se extiende sobre el plató como en el campo de batalla justo antes de un duelo de artillería.

—¡Traidores! ¡Perezosos! ¡Estúpidos! ¡Toda Alemania me falló! ¡...

El Roast de Adolf Hitler 11

11. Verdugo

11. Verdugo

Heydrich se levanta al instante de ser nombrado e irguiéndose recto como si le hubiesen metido por el culo el mango de una escoba, choca sonoramente los tacones de sus botas de montar y levantado el brazo derecho emite un sonoro ¡Heil Hitler! que hace que todos los asistentes se encojan de miedo, salvo Adolf, que no puede evitar una sonrisa de admiración y satisfacción.

Con paso firme se acerca al estrado. Su porte es tan seductor como el de Stauffenberg o incluso más, pero en ve...