Rozando el Paraíso 25

Observó sus largas piernas, su cuerpo perfecto, su piel pálida y satinada y el rostro, hábilmente maquillado y al que el leve gesto de melancolía que mostraba no hacía sino magnificar su belleza...

25

Los días pasaban y Orlando había asentado una nueva rutina en su vida. Todos los días después del trabajo cogía el coche e iba al Club. A pesar de que era casi una hora de trayecto no había faltado un solo día, decidido a estar presente cuando Bris apareciese. La noticia de que iba a ser objeto de una subasta había corrido por el Club y todos los socios hervían de impaciencia a medida que se acercaba la supuesta fecha. Pero antes de nada Bris debía de personarse en  las instalaciones para hacer...

Rozando el Paraíso 24

La mujer abrió mucho sus ojos pequeños y grises, pero contuvo un grito y se limitó a sonreír entreabriendo la boca en una inequívoca invitación.

24

Aquel lunes se levantó con dos objetivos. El primero le llevó casi todo el día, pero al final había renovado toda la decoración de la casa excepto la cocina. Al principio había pensado en renovar solo el dormitorio que había destrozado, pero luego pensó que no le vendría mal eliminar todo rastro de la presencia de Bris de su vida. Sabía que era una chiquillada, pero al hacerlo se sintió mejor. Por la tarde, los obreros se llevaron los muebles viejos y entraron los decoradores y los pintores pro...

Rozando el Paraíso 23

Bris mantenía la cabeza baja. La melena húmeda le caía sobre el rostro en sucios mechones, ocultándolo de su vista, aunque no hacía falta verle la cara para saber que estaba sufriendo. De vez en cuando, a intervalos regulares, todo su cuerpo se estremecía y Bris soltaba un gemido...

23

Aquella no era su habitación. Parecía un sótano sin ventanas, apenas iluminado por la luz que emitían dos mortecinas bombillas de sesenta vatios. No sabía dónde estaba, solo que Bris estaba sentada a horcajadas en un potro, atada con un complicado sistema de cuerdas que aprisionaba sus pechos y le mantenía las manos atadas a la espalda. Las articulaciones del los hombros sobresalían hacia adelante  sin que hubiese ninguna postura que aliviase la tensión en ellos.

Bris mantenía la cabeza b...

Algo Salvaje

Historia de fieras y látigos, inspirada en hechos reales.

Algo Salvaje

Siempre pensé en ella como en una tigresa, como una más de los gatos a los que amaba y con los que jugaba. Solo compartí con ella una noche... La noche más intensa de mi vida probablemente.

Y ahora está muerta. No como le hubiese gustado, entre las zarpas de uno de sus adorados felinos, sino víctima de una prosaica sobredosis de pastillas, como una ama de casa aburrida. A pesar de ser consciente de su ausencia y lo fugaz de nuestra relación, cada vez que me acuesto vuelvo a verl...

Rozando el Paraíso 22

Cerró los ojos y expulsó el aire de sus pulmones poco a poco intentando calmarse, pero no lo consiguió. Anhelaba el contacto de su amo. Sus manos, sus labios y también su polla...

22

La llamada salió exactamente lo contrario a lo que esperaba. Orlando creía conocer a Bris. La había llamado convencido de que si la presionaba un poco y la demostraba que no estaba dispuesto a ceder se derrumbaría y le suplicaría volver a su lado. Pero resulta que había metido la pata hasta el fondo y ahora la había perdido para siempre. A pesar de que no quería se obligó a acercarse y a mirar por la ventana. Bris no parecía abatida ni deprimida. Llegó taconeando con seguridad por el camino de...

Rozando el Paraíso 21

La cama le parecía demasiado fría, el colchón demasiado duro, las sábanas demasiado ásperas y la habitación demasiado oscura y deprimente...

21

Los primeros días tras la visita al Club todo parecía ir bien, pero enseguida notó que volvía a crecer la ansiedad en su amo. Bris procuró no hablar de su trabajo y distraerle. En cuanto se daba cuenta de que Orlando volvía a estar nervioso e irritable lo llevaba al Club, pero a partir de la segunda o tercera vez, el efecto relajante disminuyó. A Bris no le quedó más remedio que esperar y confiar que su amo no perdiese el control sobre sus actos.

Entre tanto las cosas en el trabajo se hab...

Rozando el Paraíso 20

El columpió empezó a pivotar sobre su eje de manera que en un par de segundos el cuerpo de la joven comenzó a girar lentamente, primero hasta quedar boca abajo y luego con un movimiento de su cabeza siguió girando hasta quedar de nuevo en su posición original...

20

Cuando se despertó al día siguiente Orlando ya estaba terminando de desayunar. Bris se acercó y abrazó a su amo aspirando el aroma que emanaba de su cuerpo. Orlando le devolvió el abrazo sin entusiasmo y se fue un par de minutos después, dejando a su esclava sumida en un mar de dudas. A pesar de que no había hecho ningún gesto de enfado o rabia, intuía que algo bullía dentro de su mente amenazando con explotar de manera catastrófica.

En el trabajo, Mary se dio cuenta rápidamente de que al...

Rozando el Paraíso 19

—Si de veras lo sientes, sabes que mereces un castigo. —dijo él tirando de la melena de Bris obligándola a incorporarse. —Sí, mi amo. —respondió ella.

19

El frío de la madrugada la despertó. Bris miró a su alrededor. Orlando no estaba en la cama y al levantarse la había destapado. El primer reflejo fue tirar de las sábanas y volver a acurrucarse entre ellas, pero un impulso la obligó a levantarse y buscarle por el piso. Lo encontró en el salón, a oscuras, mirando por la galería hacia el parque oscuro y solitario.

Se acercó a él y lo abrazó por detrás. Su cuerpo estaba tenso y apenas reaccionó al sentir su contacto.

—¿Te encuentras bi...

Rozando el Paraíso 18

Comió sin gusto, lentamente, como si cada bocado se convirtiese en una bola de cemento que era incapaz de tragar. Finalmente el ruido de los insectos zumbando a su alrededor la obligaron a volver a la realidad...

18

El día siguiente fue a la biblioteca un tanto aprensiva, incapaz de imaginar cual sería la actitud de su jefe hacia ella, pero cuando llegó finalmente a su puesto de trabajo, todo parecía estar como siempre. Aquel día ni siquiera se tropezó con él. Mauricio se lo había tomado con filosofía y había optado por no tomar ningún tipo de represalia... o eso parecía.

A pesar de todo Mary no estaba del todo convencida y no paraba de advertirla de que Mauricio no se conformaría y que intentaría ap...

Rozando el Paraíso 17

—No se le ocurra volver a tocarme o... —¿O qué? —dijo el desafiante, acercándose a ella y colando con extrema rapidez la mano por dentro de su chaqueta para estrujarle los pechos.

17

Para satisfacción de Bris el que se levantó agarrotado y ojeroso fue Orlando. Ella sin embargo se sentía en plena forma era como si aquella serie de orgasmos en vez de agotarla la hubiesen cargado de energía. Llegó al trabajo con una sonrisa en la cara que enseguida identificó su compañera de trabajo. Mary la acosó sin piedad hasta que averiguó todos los detalles, y le preguntó a Bris si Orlando tendría tiempo de darle unas cuantas clases particulares a su marido. La mujer la miraba con envidia...