Un Día Horrible
...sentía como su vagina se humedecía, sus piernas se tensaban, su respiración se aceleraba y sus pechos pesados y hambrientos de caricias se balanceaban cada vez que se metía la polla hasta el fondo de su garganta...
Había que joderse. ¿Y para eso se había puesto sus mejores galas? Se había pasado dos horas haciéndose aquellos complicados tirabuzones en su pelo, maquillándose con esmero y poniéndose el conjunto de lencería color turquesa que tanto le gustaba, con medias, liguero y aquellos zapatos de tacón tan altos e incómodos pero que estilizaban sus piernas. Tanto el largo vestido de crepé color azul índigo que se pegaba a su piel realzando su figura, como la gargantilla de plata y jade eran nuevos y le habían costad...