¡Lléname el coño de leche, papá, llénamelo!
Agustina le cogió la polla, levantó la pelvis, la puso en la entrada del coño. le echó las manos al culo, lo atrajo hacia ella y la polla entró hasta el fondo.
Esta es la historia de una joven que se casó a los diecinueve años embarazada y que llevaba una vida de perros. Se llamaba Agustina, y era una chica morena de ojos grandes color avellana, sus labios eran carnosos, su nariz chiquita, su cara redonda, su cabello negro y espeso le llegaba a la cintura. No era ni alta ni baja, estaba rellena, sin estar gorda, sus tetas eran grandes, su culo un señor culo, su cintura inexistente y sus caderas anchas.
El marido se llamaba Rosendo, cuando se casaran tenía ve...