El cálido viento del Este 02 Julio y Tomás

-¿Me lo vas a compartir? -pregunta ansioso.

-Iker, ¿qué me dices?, ¿ya estas más contento?, ¿se te ha pasado el enfado?   –estamos cenando, en esta ocasión estoy solo con mi madre.

-¿Donde está papá?, ¿no viene a cenar?  -contesto a sus preguntas con las mías.

-Ha llamado antes de salir de trabajar, había quedado con unos amigos y se marchaba directamente al deportivo, vendrá más tarde. ¿Lo habéis pasado bien? Has estado todo el día fuera de casa. ¿Qué habéis comido?

Le doy unas ligeras explicaciones sobre lo que hemos tenido p...

El cálido viento del Este 01 Jesús se decide

-¿Y si te la vuelvo a meter?, ¿me dejas?

Estaba más alegre que unas Pascuas, tumbado encima de mi cama no cabía en mí de gozo, todo despatarrado, con las manos debajo de mi nuca y una sonrisa de placer que no me cabía en la cara.

Había tenido una suerte de madre, todo aprobado, ¡le leche!, no recordaba cuando había sucedido eso en el pasado, ¡nunca!,    –me susurró una voz en mi cerebro- ¡nunca!, ¿qué más da?, este año había pasado. Con la misma sonrisa de bobalicón me fui quedando dormido.

La voz de Laura (mamá) me despertó, Laura...

Sin saber que hacer

Besa la aterciopelada suavidad de la punta, bebe de su inagotable fuente; lame lo que discurre por sus dedos, se estremece

Las cajas que lleva en sus brazos no le permiten ver bien el suelo, no sabe exactamente donde coloca los pies, los arrastra para no tropezarse y, de esta forma, consigue traspasar el dintel de la puerta.

Aparta las cajas hacía la derecha de su rostro, unos pasos más adelante, estacionado al lado de la acera, localiza el vehículo automóvil de su padre.

Avanza y llega hasta colocarse a su altura, en su lateral, agacha su delgado cuerpo flexionando sus rodillas y con sumo cuidado dispone las cajas...

Examen de próstata

-Ay, ay, esto es demasiado. - Dice Rafael, desmayado, apoyado en la camilla y dejando, al menos que le lama las últimas gotas que le salen por la uretra -

Llevaba más de media hora dándole vueltas sin atreverme a subir.

¡Joder! ¿Por qué leches se le habría ocurrido a mi madre que tenía que pasar esa revisión?

Nervioso llego hasta el bar donde he desayunado hace un buen rato, un zumo de naranja, vuelvo hasta la parada del autobús, enfrente de la parada, el portal número 22 y la puta placa: Dr. Arzúa Aparato Digestivo, 3º Piso.

Voy a desgastar las baldosas de la acera y se me va a pasar la hora de la consulta. Dios, sudo de angustia.

...

Eduardo 03 Cada cosa en su lugar (Fin)

-Venga, pero ahora me follas tú. – estoy la mar de contento, este hombre no se cansa y yo tampoco.

Después de que me recupero del ligero mareo sufrido, me giro para mirar a Mauricio; ciertamente no amo a este hombre, pero lo quiero un montón, paso momentos deliciosos con él, todo sexo, y, a veces, sexo a lo bestia. Me hace ver las estrellas, gozo una barbaridad y reconozco que, el que me haya dejado follarle, me desagravia en cierto modo.

Paso mi mano por el vello que adorna sus tetillas, húmedo aún de su corrida y llevo los dedos a mi boca. No me canso de él y su olor y sabor a macho me subyugan....

Eduardo 02 Se acerca un poco

-Dime, ¿qué coño quieres?, ¿no te has enterado de que hemos acabado?, ¿es que no entiendes las palabras?

La vuelta es peor que la ida para mí, llego exhausto a casa,  tiro mi cuerpo en una silla de la cocina y él tan fresco.

-Me voy a cambiar de ropa, que me tengo que marchar.

Va quitándose la ropa camino de la habitación donde ha dejado la que traía.

-Espera, ¿no quieres darte una ducha?

Se vuelve sonriente, su mirada resplandece.

-¿Puedo?,  ¿me dejarías darme una ducha?  -  cada vez me asombra más este niño, se toma lo de la ducha como si fuera un regalo maravilloso.

...

Eduardo 01 El chico del Bazar Chino

Ese es Mauricio, así era hasta que lo pillé con Marcos en la cafetería al lado de su casa.

La tormenta se desata repentinamente, con enorme virulencia. Donde hace unos minutos brillaba un sol espléndido, ahora dominan nubarrones negros y amenazantes. Dispongo del tiempo justo para abandonar el cauce del río y cobijarme debajo de los soportales del edificio de enfrente.

El soportal no tiene mucha profundidad y el viento mete el agua hasta golpear en  la pared de la fachada. Me estoy calando entero, los zapatos los tengo ya empapados. Unos metros más adelante veo una tienda de chinos, paso mu...

54.2 Sin complejos ni obsesiones

Su primera lamida hizo que temblara y Gonzalo sacó una risita.

Me despertaron los golpes de uno de los niños montado a horcajadas en mi espalda. El pequeño Daniel me espoleaba como si yo fuera un caballo. Giré la cabeza hacia las risas que venían de Gonzalo y el mayor, querían jugar un rato y les dimos gusto pasando unos minutos lúdicos deliciosos, permitiéndoles que montaran sobre nuestros abdómenes, soñando con ser vaqueros. Wes resolvió la situación cuando entró y después de saludar nos anunció que Nicolás estaba desayunando con la abuela.

Los niños saltaron q...

54.1 Momento de compartir

-¿Quieres decir que tengo que estar fuera más a menudo y más tiempo? -ponía voz de molesto y entre risas le tapaba la boca con mis labios.

Había resultado una semana loca de trabajo y de problemas aunque pequeños y que se habían ido resolviendo con esfuerzo y voluntad. Gonzalo estaba en Bergen con Borja y volverían esta tarde, ahora muchos de sus viajes los hacía acompañado por él.

Recogí los papeles que tenía sobre la mesa, por si tenía tiempo el fin de semana de estudiarlos, me despedí de Renan y Samy hasta el lunes y cogí el ascensor para bajar al sótano a buscar mi coche. Pasé los controles de seguridad y poco después avanzaba siguie...

53.5 Sueños y final

Presentía lo que sucedería ahora, y me lo aclaró sin preámbulos.

{Había terminado el día y esperaba la llegada de Gonzalo mientras recogía mi mesa, mi móvil vibró y pensé que había llegado a recepción y me estaba esperando.

-Daniel, ¿puedes esperarme en el apartamento? -ciertamente me sorprendió, seguramente se retrasaría por alguna cuestión de trabajo de última hora. Le dije que iba para allí en unos minutos y le esperaría como me había pedido.

Era un viernes de cualquier semana, pero hacía frío y me envolví en mi abrigo para protegerme del crudo viento que...