La rubia
El sabía como garabatear los esqueletos de las obras que jamás escribiría y ella tenía la certeza de incentivar el ardor de aquel ego literario.
La Rubia era una de aquellas personas de edad indefinida, las de la eterna juventud. Menuda, esmirriada, de baja estatura, con pechos rellenos y pequeños; de piel trigueña y acaramelada, dorada de soles y amantes, recordaba las tardes veraniegas. Los muslos firmes, de torneada labranza, se esfumaban en un culo curvilíneo y discreto. Su cara era proporcionada, ojos claros de mirada de miel, boca de labios apasionados; su larga melena caía sobre los hombros dándole el mote con el que todos la conocían....