Dejándome hacer

Estoy segura que el solo siguió su instinto en tanto yo lo quise.

En la simpleza de la noche sus ojos se posaron en los míos, dejé penetrar a su mirada.

Y lo dejé hacer.

No estaba hipnotizado sino seducido por su empatía, la calidez de su vistazo, la tersura de su piel y esa sensación de afinidad que me magnetizaba.

Y lo dejé hacer.

Supe que debía escaparme ya, pero no lo hice.

Y lo dejé hacer.

Él fue a refugiarme, en silencio, allegándome a sus carnes.

Y lo dejé hacer.

Sus manos en mis caderas se abrieron paso hasta sujetar...

Esteban

Amó traicionado por su pasión

1.-

Como un señorito toqué la puerta en la casa de Esteban intuyendo que saldría como una señora.

Me había pedido que fuera a su casa a acompañarlo el fin semana porque sus padres habían salido de viaje y no quería estar solo.

Y yo le creí, aunque no del todo.

Debo reconocer que en ese tiempo ya tenía alguna experiencia. Los hombres siempre me atrajeron y mi primo, y algunos de sus amigos, me daban por el culo cada tanto, algunas veces dejándome satisfecho y otras, la mayoría, quedab...

Dos de oros

Estoy convencido que esta historia no tendrá final

1.-

“No fueron tantos como piensas y, seguramente, fueron más de los que cuento”. Sus ojos se pusieron como dos de oro ante mi respuesta y su boca se abrió en el común gesto de sorpresa.

No fue una reacción pensada, pero no lo dudé y me lancé a sus labios. ¡Estaba tan hermoso!

Cuando terminé de besarlo quedó en las nubes, contando antiguos serafines.

“Discúlpame”, le dije, “no me aguanté”.

Me miró con sus ojos transparentes de un intenso verde marino; la profundidad de esa mira...

No pude resistirme

Cuando todo lo dice todo

Ella me miró tanto que no pude resistirme.

Las ondas de sus ojos se estrellaban en mi culo, calentándome.

Las ondas de mis ojos se rompían en sus tetas, calentándola.

El magnetismo animal nos dominaba y, sin importar quien era quien, nos miramos y nos buscamos.

Todo lo demás es historia escrita.

Cuando el amor existe, uno más otro es uno, ya lo dijo el Viejo.

Y cuando falta el otro el uno tiene derecho a tomar o ser tomado por otro, lo aseguró el Joven.

Bésame, oí,...

Tal vez me amó

Tal vez...

Tal vez me amó

sin yo saberlo.

Su cuerpo y el mío

juntos, tocándose, lelos,

queriéndose saber

sin saberse.

Donde, tal vez, siempre

palabras,

voces sin voz,

comunicación de carne,

calor que habla y dice

amor

sin sonido,

de piel a piel

uno y otro

otro y uno

encontrándonos

relamiéndonos

lejos de las campanas.

El amor está a pesar nuestro,

más allá de las verijas,

más allá de las vaginas...

Un buen trabajo

Esa necesidad de compartir soledades los llevó a reunirse en la casa de uno a ver videos y, desde allí al sexo pasaron dos escenas; del sexo a las manos pasaron dos cuadritos; y, al cabo de otros dos cuadritos, acabaron por compenetrarse en un pacto tácito de silencio complaciente que ninguno de los dos quería romper.

“Hice un buen trabajo”, dijo.

Daniel creyó comprender que era una pregunta y lanzó: “No sé”.

Rentel no vaciló en disparar: “Sí, hice un buen trabajo, ya lo verás”.

El aire trajo el aroma florido de los naranjos de la calle.

La derecha de Rentel se posó en el culo de Daniel y, al abrir la puerta de calle, espetó: “En una semana”.

Quedó parado en el portal absorto en el meneo de las nalgas de Daniel alejándose; se prometió a sí mismo que le regalaría un pantalón elastizado que re...

La felicidad y el culo.

Lo que deja una buena culeada.

El mismo día que me rompió el culo comprendí lo que era ser feliz.

Esa sensación nació, no sé de dónde, pero en el mismo momento en su mecha se descargaba en mi trasero.

Sentir que mi cuerpo fue capaz de hacer que el suyo estallara llenándome de semen, fue mi orgullo.

Apreciarme necesario para que su clímax se expresara en mí, fue mi amigable soberbia.

Advertir que él, tan necesitado de orificio, encuentre en mí la satisfacción para su hambre, fue mi logro.

Y después de reventa...

Concurso de disfraces. Mirian y Marian

Un flaco, mucho más joven que el anterior, se acercó a invitarme a bailar. Antes de contestar vi los ojos de fuego de Mirian, así que, delicadamente asentí.

Menos mal que me puedo sentar,

estos tacones me están matando.

– Le dije en un susurro.

Ella se río abiertamente de mí y mi padecimiento.

Al momento se acercó un cincuentón y me sacó a bailar. Yo decliné la cabeza haciendo mi negativa. El hombre, molesto, se fue.

Miriam me miró a los ojos y me dijo. “Es la última vez que rechazas una propuesta así. Quedamos en que era una noche para ambos.”

Bajé los ojos y no sé si me saltó una lágrima, pero era mi primera experiencia. La...

Alguien me tocó

En un día cualquiera de trabajo un hombre y una mujer se descubren en el transporte público: ella descubre a Alberto y él a Marisa.

Alguien me tocó: la punta, no, la palma sobre mi culo. Hermosa.

Me supe tan deseada como desea inconscientemente quien desea.

Fue el estúpido hecho de subirme al transporte lleno, aunque la palma en mi culo demostraba que no tan tonto.

El vagón lleno de estúpidos y yo, con toda mi curvatura, en el medio.

No era la única viajera, tal vez la más necesitada.

Y de nuevo la palma de una mano en mi trasero.

Me di vuelta y le di una bofetada al primero que encontré.

Y fue...

Con el dedo en la llaga y el fuego en el culo.

Apasionados, Carlos y Amanda se descubren a así mismos, gozando y mutándose.

A Carlos le gustaba sentirse necesitado y su esposa, Amanda, le encantaba hacerlo sentir imprescindible.

En la cama eran uno para el otro. A él le gustaba hacerse de rogar y a ella, rogarle.

Antes de casados se habían gozado como Dios manda. Y después, como Dios y el diablo mandan.

Entre los dos habían hecho lo que está permitido y algunas pocas más, pero no habían integrado a un tercero a la cama.

El la había inquirido sobre su historia sexual y ella, sin temores, le contó las veces...