Ricardo y el viejo

La noche había concluido y la normalidad se imponía; no podía escapar del trabajo, la rutina, las máscaras, los roles, las sinrazones. Confieso que desactivar mi volcán interior fue lo más pesado. Con todo, encaré el día.

Caminaba por la cornisa, como en la cuerda floja los pasos eran cortos, inseguros, un pie delante del otro. Las calzas exaltaban mis formas: sabía que, desde atrás, los otros ojos se regodeaban con mi figura y, en especial, con las pronunciadas redondeces de mis firmes nalgas, delineadas en su individualidad por la calza hundida en mi zanja.

Sabía que era envidia de muchas.

Desde abajo mis piernas se veían largas y atractivas; con el suspensorio ajustándome la humanidad, mi silueta lucía espigad...

Con el dedo en la llaga y el fuego en el culo

A Carlos le gustaba sentirse necesitado y a su esposa, Amanda, le encantaba hacerlo sentir imprescindible. En la cama eran uno para el otro. A él le gustaba hacerse de rogar y a ella, rogarle. Antes de casados se habían gozado como Dios manda. Y después, como Dios y el Diablo ordenan.

Con el dedo en la llaga y el fuego en el culo.

A Carlos le gustaba sentirse necesitado y a su esposa, Amanda, le encantaba hacerlo sentir imprescindible.

En la cama eran uno para el otro. A él le gustaba hacerse de rogar y a ella, rogarle.

Antes de casados se habían gozado como Dios manda. Y después, como Dios y el Diablo ordenan.

Entre los dos habían hecho lo que está permitido y algunas pocas más, pero no habían integrado a un tercero a la cama.

El la había inquirido sobre su...

Crónica de una corta e intensa

Todo lo corto e intenso cabe en esta crónica.

Todo lo corto e intenso cabe en esta crónica.

Él era corto e intenso.

También era corto aquello de lo que se valía.

Era corto de genio y de conocimiento.

En el trato era tan corto que lo hacía cortante o entre cortante. Así caminaba por el mundo sin destino y, por supuesto, el cronista, especialista en trastos desconsolados, lo tomó aquella noche, corta por cierto de toda cortedad.

Recuerdo que de su cuerpo lo único sobresaliente era su redondeado trasero. Aquel carácter había...

Viaje a dedo

Cuando volví en mí comprendí la magia de dormir con la verga acariándome el útero, calentándome desde adentro, una llama más ardiente que mi abrasadora vulva. Amor, pensé o mascullé. J

El carromato se movía lentamente y el paisaje se desleía ante mis ojos dejándome una sensación de paz. Allá, la naturaleza detrás del vidrio, parecía una foto en colores, límpida, sin vida y sin olor. Acá, en la cabina, un aroma peculiar, casi dulzón y embriagador, me dejaba pensando en nada y en todo a la vez. A mi par, manejando la casa rodante, iba el viejo hablando no sé qué boludez, pero su voz sonaba agradable, llevadera. Era una de esas voces graves y rítmicas que invitaban a mover la cabeza en señal...

Un paseo contigo

Que hermoso es sentir que me acompañas en estos momentos en que me duele el frente y cosquillea el ano desde adentro.

Lo malo de los besos es que crean adicción.

Joaquín Sabina

Es bueno sentir tu calor exacerbado al máximo. Tus músculos se tensan y tu fuerza se multiplica. No sé si soy yo o es mi esfera la que te transforma, pero caminamos juntos y siento tu mano calentándome las nalgas, llevándome al precipicio. Nadie lo nota en la calle, ni en el subte; tal vez no les importe pero allí estás incendiándome por fuera y por dentro. Te miro de...

El comienzo de una mejor amistad (completo)

Hundió su cabeza en la más profunda intimidad: lamió, besó, acarició y mordió cada glúteo logrando que ardiera aún más; rozó con la punta de la lengua el anillo y, cuando se sintió seguro, lo penetró con su lengua cual ariete logrando que se deshiciera.

El calor del cuerpo recostado a su espalda contagiaba placidez al sueño profundo y calmado. La respiración en calma de Javier denotaba que ese ser le daba seguridad.

Ramón había dormido en la casa de Javier compartiendo cuarto y cama. Eran amigos y, con el conocimiento y tolerancia de los padres de ambos, a veces uno se quedaba en casa del otro y viceversa.

Aquel día de verano, tal vez por el calor o por otra causa, algo indefinible flotaba en el ambiente.

Ramón no soñaba con pajaritos aun...

El comienzo de una mejor amistad (1)

La cálida virilidad afirmada en sus nalgas, con tanta intensidad y persistencia, fue recibida como un agradable y contagioso deseo que le subía desde atrás.

El calor del cuerpo recostado a su espalda contagiaba placidez al sueño profundo y calmado. La respiración en calma de Javier denotaba que ese ser le daba seguridad.

Ramón había dormido en la casa de Javier compartiendo cuarto y cama. Eran amigos y, con el conocimiento y tolerancia de los padres de ambos, a veces uno se quedaba en casa del otro y viceversa.

Aquel día de verano, tal vez por el calor o por otra causa, algo indefinible flotaba en el ambiente.

Ramón no soñaba con pajaritos aun...

Después de todo...

Carta a mi ex

Después de todo lo que hice por ti ahora te vas y me dejas acariciando mi soledad.

El amor que sentí por ti impide que te odie, incluso ahora y también en mis momentos de ofuscación, y los insultos que te dedico son producto de esa ira pasajera.

Creo que en el fondo aún te amo como me has hecho amarte, con entrega total más allá de todo límite.

En los primeros tiempos tu lanza me dominaba, los mordiscos en mis nalgas y la lengua en mi ano vencieron el último escollo en la pérdida total de...

El día siguiente

Las manos grandes de ese hombre, hombrón entero, enormes como él, me presionan la cabeza, guían mis movimientos y no le interesa mi asfixia ni las arcadas a su mete y saca y a mí me encanta que prescinda de mí y me dé con toda su rabia o su amor, no sé; que me haga sentir válido al menos una vez en la vida, ser.

Cansado y dolorido, como si me hubieran apalaeado, la mente embotada por el sueño y la carne aún anestesiada. Desgreñado, sudado, me sé desnudo sobre mi cama hecha un revoltijo. El tacto de mis dedos en ano me estremeció hasta las lágrimas. Mi infaltable espejo me devolvió la imagen del orificio: grande, enrojecido e hinchado.

A borbotones surgieron en mi mente recuerdos, imágenes entrecortadas. Allí, en primer plano, choqueándome con su esplendor, como lo había hecho anoche. Nunca había visto una más...

Amigos, lo que se dice amigos

Tu pecho abandonado en mi espalda y tu hombría tocándome aún el alma: amigos, lo que se dice amigos.

Tu quijada en mi hombro

y tu verga en mis nalgas.

Quiere mi mundo abrirsete

a tus ansias.

Tus palmas en mi cintura jalándome a tu cuerpo

y la sensación única de tu miembro dibujándome la raya.

Me siento el lienzo donde pintas

con pincel mágico ora suave, ora rudo

siempre sensual y dominante,

profundamente mio a pesar de ser tuyo

Jugábamos para sentirnos vivos

a ser hombres en el despertar

de un machismo de carne caliente,

lechoso...