Ninfómana y obediente (Parte número 16).
Parte dieciséis de esta historia que, en primicia, brindo a mis lectores esperando que sea de su agrado y la sigan con interés.
Desde que me quedé sola, cuando lo necesitaba, dejaba a mi hija al cuidado de Eva, una vecina que tenía una edad similar a la mía, era madre de cuatro hijos que la habían engendrado tres hombres diferentes y había parido a las dos mayores siendo menor de edad. Aunque reconocía abiertamente que era una puta sumamente cerda, cuidaba muy bien a París y estaba de acuerdo con ella cuándo decía que había que usar y dar satisfacción a todos los órganos de nuestro cuerpo puesto que los que no se utilizaban habitual...