El viaje que me cambió la vida (Parte 17).

Parte diecisiete de la última historia que he escrito y que espero sea del agrado de mis lectores.

El chico se colocó detrás de ella y la hizo desplazarse hacía las escaleras traseras que, además de dar acceso al reducido aseo del vehículo, solían utilizar los viajeros para salir. Por el pasillo y siendo el varón alto y la muchacha de baja estatura, parecían el punto y la i. Cuándo logré llegar hasta su nueva ubicación y me acomodé en un asiento desde el que podía observarles, la sensual joven se acababa de desnudar y procedía a doblarse entre las piernas de su acompañante, que se había despojado del pan...

El viaje que me cambió la vida (Parte 16).

Parte dieciséis de la última historia que he escrito y que espero sea del agrado de mis lectores.

Después de que durante mi viaje matinal en el Metro hubiera llegado a sentir lastima y pena de Himeko y Miyu y de haberme quedado con las ganas de saber si la exuberante joven de la falda abierta usaba ó no ropa interior, por la tarde decidí regresar al hotel en el que me alojaba en un autobús de tipo interurbano pensando en disfrutar de un desplazamiento cómodo y tranquilo. Cuándo subí al vehículo iba prácticamente vacío por lo que pude elegir asiento decantándome por uno situado hacía la mitad del autobús...

El viaje que me cambió la vida (Parte 15).

Parte quince de la última historia que he escrito y que espero sea del agrado de mis lectores.

La fémina estaba entregada y rota cuándo al entrar en la siguiente estación Miyu y su amiga se despidieron dándose dos besos en la mejilla. La amiga, sin volver la cabeza, se despidió de Himeko con la mano y se bajó del tren mientras Miyu, al darse la vuelta, se encontró a Himeko con las tetas al aire y en cuclillas, chupando el pene a uno de los varones más jóvenes. La muchacha no dispuso de tiempo para reaccionar puesto que dos viajeros maduros, dispuestos a colaborar, la agarraron con fuerza de los brazo...

El viaje que me cambió la vida (Parte 14).

Parte catorce de la última historia que he escrito y que espero sea del agrado de mis lectores.

Cuándo terminó su historia las dos jóvenes se miraron, se sonrieron y comenzaron a hablar de sus cosas mientras Himeko las escuchaba y de vez en cuando, las sonreía. En una de las siguientes estaciones subieron al vagón tres hombres, dos de ellos jóvenes y el tercero de edad intermedia, que se situaron de pie delante de mí y se pusieron a comentar lo bien que se habían abierto de piernas las últimas mujeres a las que se habían tirado y lo satisfactorias que les habían resultado aquellas relaciones. El hombr...

El viaje que me cambió la vida (Parte 13).

Parte trece de la última historia que he escrito y que espero sea del agrado de mis lectores.

En cuanto subí al nuevo tren y logré mi objetivo de poder efectuar el desplazamiento sentado me centré en observar al resto de los viajeros esperando que surgiera algo interesante entre ellos pero, enseguida, me percaté de que lo único destacable era la conversación que estaban manteniendo las dos jóvenes que se habían acomodado a mi lado planeando usar la braga-pene que una de ellas llevaba en su bolso para poder dar por el culo a un compañero al que le motivaba de tal forma que esas guarras le sometieran...

El viaje que me cambió la vida (Parte 12).

Parte doce de la última historia que he escrito y que espero sea del agrado de mis lectores.

Un varón asiático entrado en años que permanecía situado delante de mí se dio la vuelta y me indicó que los europeos teníamos que comenzar a usar con asiduidad los enemas y las peras laxantes con las féminas para que, como las muchachas a las que estábamos observando, se fueran convirtiendo en unas guarras salidas que se orinaban y liberaban su esfínter ante el menor estímulo. Le respondí que, por desgracia y aunque hubiera algunas excepciones, las europeas no eran tan abiertas y liberales como las asiática...

El viaje que me cambió la vida (Parte 11).

Parte once de la última historia que he escrito y que espero sea del agrado de mis lectores.

Más adelante nos encontramos con una pareja en la que la chica, en bolas, le estaba efectuando una cabalgada vaginal a un joven que permanecía sentado en un banco con el pantalón y el calzoncillo en sus tobillos. Observé que el chico la mantenía abierto el orificio anal con sus manos y que la ropa de la joven estaba amontonada en el suelo lo que me hizo suponer que habían sufrido un “calentón” repentino que la había obligado a desnudarse con celeridad. Aunque creo que se dieron cuenta de que nos habíamos pa...

El viaje que me cambió la vida (Parte 10).

Décima parte de la última historia que he escrito y que espero sea del agrado de mis lectores.

Mientras seguíamos dando vueltas por esas céntricas calles y observando la intensa actividad sexual que en ellas se producía, Airi e Ichika me indicaron que el uso y abuso de tales enemas se había llegado a convertir en algo tan cotidiano que las mujeres habían tenido que claudicar e irse acostumbrando a encontrarse en los cuartos de baño públicos con varones esperándolas en calzoncillo con la intención de sobarlas y de ofrecerlas su “chupete” y la posibilidad de ingerir un “biberón” mientras hacían sus nec...

El viaje que me cambió la vida (Parte 9).

Novena parte de la última historia que he escrito y que espero sea del agrado de mis lectores.

Aprovechando que ese día no tenían contraído ningún compromiso como masajistas, quedé para comer en el restaurante del hotel en el que me alojaba con Airi e Ichika. Las dos llegaron puntualmente a nuestra cita sin sus habituales quimonos y luciendo unos vestidos bastante ceñidos. Durante la comida me propusieron pasar la tarde conmigo haciendo de guías turísticas sexuales, ofrecimiento que no dudé en aceptar.

Como nuestro primer destino estaba relativamente cerca del hotel decidimos ir andando hasta é...

El viaje que me cambió la vida (Parte 8).

Octava parte de la última historia que he acabado de escribir y que espero sea del agrado de mis lectores.

Después de aquella agradable experiencia juvenil, el tercer día de mi estancia resultó bastante movidito en mi faceta de mirón. Ese día usé por primera vez el Metro y en mi viaje inaugural observé como una cría vestida con lo que me imaginé era su uniforme colegial, compuesto por una blusa de color blanco con varios botones desabrochados lo que la permitía lucir la parte alta de las tetas y el canalillo, falda corta a cuadros y calcetines hasta la altura de las rodillas, pasaba por delante de mí abriéndose...