Memorias de un portero de noche (5)
Nunca pensé viajar a África pero de la mano de George la conocí y la disfruté, me demostró que no me había equivocado haciéndome su amigo, su familia me trató como a él mismo y esto me recordó algo curioso.
Por fin cuando ya anochecía pudimos soltar amarras, no nos hizo falta la ayuda del remolcador porque el capitán, con buen criterio, había largado el ancla en la mitad de la dársena y tirando de ella despegamos del muelle. El Práctico nos acompañó hasta la bocana del puerto y ya sobrepasado el faro nos dejó, cuando saltó a su lancha lo hizo de una forma muy graciosa porque el mar estaba tan plano como si fuera un plato de sopa.
Navegamos cerca de la costa, podíamos ver las luces de los pueblos costero...