Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 7 y 8)

Continúa la historia.

CAPÍTULO 7

—Quién quiera que sea no lo tienes en la agenda —dije.

Ella detuvo entonces su sentida y sutil cabalgada, con cara de extrañeza.

—Qué raro. ¿Y qué dice? —preguntó, mostrándome que no tenía nada que ocultar, y yo, aún con mi miembro dentro de su cuerpo, los dos prácticamente quietos, alargué mi mano, cogí su teléfono y se lo di. Sin mirar la pantalla.

Su cara de no entender nada llegó incluso a acentuarse.

—Pues no sé quién es.

—¿Pero qué dice?

—Dice: Perd...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 5 y 6)

Continúa la historia.

CAPÍTULO 5

Cerró la puerta tras de sí. No traía nada más que el traje oscuro y camisa blanca con el que la había visto con Edu, y un rictus tremendamente serio.

No decía nada. Yo tampoco. Posé el teléfono, ni sé en donde, y me acerqué.

Su seriedad dio paso a una emoción súbita. Pero contenida. Sus ojos comenzaron a brillar, por la humedad. Pero las lágrimas no desbordaban sus párpados, se quedaban allí, retenidas, en un equilibrio imposible.

Me acerqué. La abracé. Y se dejó abrazar,...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 3 y 4)

Continúa la historia.

CAPÍTULO 3

Quizás por el sonido de la calle, o por el nivel de oscuridad, pero sabía que era la hora de salir de aquel sofá, ducharme, desayunar e ir al trabajo y afrontar aquel lunes, que se presagiaba desgarrador… sin María.

Pero me quedé unos instantes más, allí tumbado, sin prisa por mirar el móvil, pues sabía que María no me había escrito, y recordando lo que acababa de soñar, o de imaginar, pues no estaba seguro de si las imágenes que habían bombardeado mi mente justo antes de abrir los oj...

Jugando con fuego (Libro 4, Capítulos 1 y 2)

Continúa la historia.

CAPÍTULO 1

Antes de los treinta cualquier excusa es buena para quedar, después sucede todo lo contrario; por eso allí estaba yo, en aquella inauguración de piso, rodeado de un par de amigos, algunos conocidos y muchos extraños. La noche ni prometía ni dejaba de prometer, seguramente antes le daba menos vueltas a todo, y a nada, que ahora.

Recuerdo haberla visto de espaldas por primera vez, pero me bastó para saber que estaba buena; quizás, más que por intuición, lo supe por miles de años de evol...

Jugando con fuego (Libro 3, Capítulos 55, 56 y 57)

Final del libro 3.

CAPÍTULO 55

Tan pronto cerré aquella puerta tuve un mal pálpito. Un intangible de desconfianza. Me quedé allí, frente a la puerta. Completamente quieto. En silencio. Y pude escuchar, en tono bajo, pero con nitidez, aquellos jadeos de María, aquellos “¡Ohhh!” “¡Ooohh!”, morbosísimos. Unos jadeos, más largos, otros más cortos, y pensaba que... si aquel polvo tranquilo, en cuchara, se escuchaba desde fuera de la habitación... lo que se habría escuchado cuando la embestía con furia, a cuatro patas, y ella...

Jugando con fuego (Libro 3, Capítulos 53 y 54)

Continúa la historia.

CAPÍTULO 53

Extasiado. Sin haberme recuperado de mi orgasmo. Mareado, por el desahogo… y por la tremenda corrida… Vacío… Me encontraba afrontando la enésima disyuntiva. Pues, cuando parecía que aquel acto viraba hacia algo más pactado, hacia el disfrute de los tres, Roberto acababa ordenando algo que podría hacer que todo se rompiera.

Me imaginé masturbándole y sentí unos escalofríos y un rechazo terribles.

María se incorporó un poco y eso hizo que algo de semen discurriera por una de sus...

Jugando con fuego (Libro 3, Capítulos 51 y 52)

Continúa la historia.

CAPÍTULO 51

Sin tiempo a digerir aquella orden veía como le daba otra pequeña bofetada a María. Reincidiendo. Buscando su ira y que todo explotase. Nos retaba a los dos. María no protestó ante aquella pequeña bofetada, que no llevaba fuerza, pero sí desprecio y tanteo. Y yo me seguía preguntando si María aguantaba por excitación o para no enfadarle, y, en caso de que fuera por esto último, me preguntaba si ella quería evitar el enfado de él para que la acabara follando o para evitar que saltara la chi...

Jugando con fuego (Libro 3, Capítulos 49 y 50)

Continúa la historia.

CAPÍTULO 49

Sentí una tremenda conmoción. Un impacto. Un shock. Mi corazón bombeaba de golpe más sangre de la que mi cuerpo podía manejar. Como si fuera el primero en darse cuenta de lo que venía, y de que era inevitable e inminente.

María iba hacia la entrada y, mi cuerpo, autómata, me hacía caminar, rodeando la cama hasta situarme en la parte más alejada de la puerta. Me temblaban las piernas. Había tenido que apoyarme en la mesa mientras completaba el recorrido. Si bien, por otro lado, a pesa...

Jugando con fuego (Libro 3, Capítulos 47 y 48)

Continúa la historia.

CAPÍTULO 47

Quizás fuera más una ensoñación o un deseo que una posibilidad, pero cada vez me parecía todo menos descabellado. Desde lejos me daba la sensación de que María, no era que coquetease, ni que se dejara querer, o casi sí… No sabía. No me era fácil ubicar su actitud. Me parecía que se movía, poderosa, en una delgada línea entre simular rechazo y sugerir predisposición.

Me acerqué por un lado, consciente de mi ebriedad, errático, sin llamar la atención, quizás precisamente por ser así un...

Jugando con fuego (Libro 3, Capítulos 45 y 46)

Continúa la historia.

CAPÍTULO 45

Quizás le infravalorase, pero no me daba la sensación de que Marcos hubiera puesto aquel pie allí con una intención clara, sino casi más por un acto reflejo. Además, tardaba en reaccionar, al igual que yo, por lo que confirmaba que le costaba reponerse de aquel súbito susto o, como mínimo, sorpresa.

La que no parecía afectada por la irrupción de aquel chico era María, a la cual yo veía como se agachaba a recoger sus shorts, para posteriormente pasar por detrás de mí y de Marcos. Empu...