Diario de un Consentidor (70)

Esta es una historia de deseos, emociones, placeres, dudas, decisiones y pensamientos, es la historia del camino que nos llevó a Carmen, mi mujer, y a mí a lanzarnos a vivir las fantasías inconfesables que sin saberlo compartíamos en silencio cada vez que hacíamos el amor

Carmen retiene la puerta del baño pegada al marco mientras frena el pomo para evitar hacer ruido; Doménico observa el cuidado que se toma para no despertarme. Cuando al fin la puerta está cerrada la toma de ambas manos.

-        "Vamos a la ducha" – le dice tirando de ella.

-        "Espera" - Carmen se detiene cerca de la taza.

-        "No, ven" - su voz es sugerente.

-        "¡No puedo!" – pero Doménico no cede, la arrastra de la mano hacia la bañera y sonríe con malicia, Carmen...

Diario de un Consentidor (69)

Esta es una historia de deseos, emociones, placeres, dudas, decisiones y pensamientos, es la historia del camino que nos llevó a Carmen, mi mujer, y a mí a lanzarnos a vivir las fantasías inconfesables que sin saberlo compartíamos en silencio cada vez que hacíamos el amor

El sonido de un roce en las sábanas tira de mí, me resisto, estoy en algún lugar del que no quiero regresar.

No quiero despertar. Me sumerjo, me dejo llevar… me hundo en ese agradable sopor.

Otra vez ese roce… Suena de nuevo, como si fueran olas rompiendo en un acantilado.

No, es mas suave que eso, son como olas batiendo mansamente en una playa.

¡Qué bien estoy! Sé que son pies… o piernas moviéndose bajo unas sábanas… pero prefiero pensar que son olas, y como mi cabeza puede hacer lo...

Diario de un Consentidor (68)

Esta es una historia de deseos, emociones, placeres, dudas, decisiones y pensamientos, es la historia del camino que nos llevó a Carmen, mi mujer, y a mí a lanzarnos a vivir las fantasías inconfesables que sin saberlo compartíamos en silencio cada vez que hacíamos el amor

Abro los ojos.

….

No se qué hora es. Miro hacia la ventana, parece que comienza a clarear. A mi lado Carmen duerme. Me levanto procurando no despertarla. Estamos solos. Bajo a la cocina, tengo mucha sed. Allí me encuentro a Doménico mirando por la ventana  con un vaso en la mano. Tiene un buen culo, pienso y sonrío sin poder evitarlo. Hace unos meses habría expulsado ese pensamiento de mi cabeza de una patada. Al escucharme se vuelve, veo que bebe whisky. Me ofrece. Acepto.

-        “En re...

Diario de un Consentidor (67)

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Llevamos un largo tiempo de descanso tumbados en la cama sin hablar, sin movernos, escuchando el sonido de la respiración de unos y otros que se ha ido acompasando a medida que los minutos pasaban. He perdido el sentido del tiempo, deben ser las tres, quizás las cuatro de la madrugada pero no tengo el mas remoto punto de referencia que me permita asegurar que ese dato es correcto. Sé que debería estar cansado, sin embargo ni mi cuerpo ni mi mente muestran los signos que deberían mostrar tras todas estas hor...

Diario de un Consentidor (66)

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Carmen cerró la puerta del baño y apoyó la espalda en ella. Todavía conservaba en su retina la imagen de Doménico encorvado sobre la mesita de noche manejando la droga. Había sentido auténtico pavor; en un segundo recordó a su amigo Manolo y revivió en  imágenes todas las fases de su degradación, desde la carita de niño bueno que tenía cuando ambos iban al instituto hasta el rostro demacrado, consumido, gris que le vio pocos meses antes de su fallecimiento. Le había visto fumar y no le dio importancia, mas...

Diario de un Consentidor (65)

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La ducha me ha despejado, me siento bien. Mientras termino de secarme echo un vistazo a la ropa que me ha prestado, un blusón de lino beige, pantalón oscuro y un bóxer que a simple vista me parece algo estrecho. Me pruebo las zapatillas y resultan muy cómodas, es como estar en casa. Salgo del dormitorio y veo a Doménico al fondo, en la cocina, sentado en una banqueta alta enfrascado en el móvil. Levanta la vista cuando me acerco.

-        “¿Mejor?” – su tono es cordial, viste de forma parecida a la mí...

Diario de un Consentidor (64)

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Carmen camina abrazada a Doménico como si al mundo no le importara nuestra vida. A veces extiende una mano reclamando la mía y caminamos así, cogidos de la mano mientras besa al hombre que acaba de provocarla un orgasmo en medio de un pub de Alberto Aguilera y con el que dentro en unos minutos hará el amor en mi presencia. No se si ha sido el contraste de temperatura, el caso es que el frío se concentra en mi espalda y comienzo a tiritar. Nunca he sido friolero y me incomoda esta reacción precisamente en es...

Diario de un Consentidor (63)

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-        “Todo empezó como una broma”

Carmen no ahorró detalle en su relato aunque evitó entrar en descripciones escabrosas. Comenzó a describir la trastada, - así la definió -, que me inventé camino de Sevilla y cómo le fuimos dando forma kilómetro a kilómetro hasta construir unos personajes que nos iban a servir para llenar de morbo y aventura el tiempo libre que nos quedaría durante aquel congreso. Se trataba de un juego inocente en el que nos comportaríamos como si fuéramos  amantes ante otra pers...

Diario de un Consentidor (62)

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La primavera comienza a hacerse notar con fuerza en este Madrid de primeros de Marzo. Intento huir del intenso tráfico de mediodía y callejeo para llegar al restaurante en el que he quedado con Carmen para almorzar. He salido con tiempo suficiente y me detengo en una de las escasas tabernas que aún quedan de las de vermut de grifo y tapa de boquerón en vinagre, de paredes alicatadas de azulejos con evocaciones goyescas, de las que huelen a gamba y a berberecho, donde la cerveza se sigue  tirando en barro y...

Diario de un Consentidor (61)

Esta es una historia de deseos, emociones, placeres, dudas, decisiones y pensamientos, es la historia del camino que nos llevó a Carmen, mi mujer, y a mí a lanzarnos a vivir las fantasías inconfesables que sin saberlo compartíamos en silencio cada vez que hacíamos el amor.

-        “¿Vas a verle hoy?”

Estábamos a punto de acabar el desayuno y no pude resistir más la tentación, la idea de pasar todo el día con la duda me resultaba insoportable. La sonrisa de triunfo que apareció en su rostro me confirmó lo que ya suponía, Carmen esperaba pacientemente mi rendición y me devolvió la jugada sin desvelar sus cartas.

-        “¿Vas a ver a Graciela?”

Ambos somos buenos estrategas en el juego. Sostuve su mirada impasible hasta que la sonrisa que me había contagiado...