Los problemas de convivir con una jovencita.

Un maduro ve su vida del revés cuando un amigo le llama para que ayude a una joven latina a la que persiguen los narcos. Aunque pensaba que su función sería mínima, todo se trastoca cuando su esposa la invita a que viva con ellos y la chavala comienza a mostrar una actitud renuente y extraña con él.

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Cuando echo la vista hacia atrás en un intento de comprender la presencia de dos hembras dispuestas en mi cama, sé que todo tuvo un origen y un desencadenante. El origen vino motivado por una llamada. Una conversación telefónica de un amigo destinado en América Latina, pidiéndome ayuda para sacar de allí a una activista de los derechos humanos cuya vida corría peligro. Todavía recuerdo esa conversación en la que Jacinto me comentó que Lidia Esparza, una conocida suya, debía salir urgentemente de s...

De vuelta a la casa del pueblo con mi prima 7

Esa mañana no tardé en comprobar que la continua competencia entre mis mujeres iba a darme grandes momentos cuando Elisa e Isabel comenzaron a dirimir sus diferencias tratando cada una que se corriera la otra… Contiene dominación, lésbico, lactancia, anal… un poco de todo

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Como el Porsche era de dos plazas, la pelirroja cambió su coche con el del hermano y de esa manera, me vi nuevamente al mando del Maserati. Confieso que no me quejé. Tampoco hice mención alguna cuando las dos muchachas se sentaron en los asientos de atrás, y eso que ni siquiera aguardaron a que saliera de la urbanización para lanzarse una en brazos de la otra. Usando el retrovisor para espiarlas, sonreí al ver a Isabel sin camiseta.

-No sé cuál de la dos es más zorra- alzando la voz comenté...

De vuelta a la casa del pueblo con mi prima 6

Viendo que María e Isabel se metían con el gigantón en la casa, me fui con la hermana de Ricardo a dar una vuelta. Me resultó extraño no sentir celos a pesar de saber que mi adorada prima y nuestra amiga se lo tirarían entre las dos.

Al llegar al coche, María e Isabel se llevaron a los asientos traseros al hombretón y por eso a Ricardo no le quedó más remedio que pedir a su hermana que condujera. Elisa observando las ganas que tenía de ponerme al volante de ese cacharro, me dio las llaves.

―Se nota que lo estás deseando.

No tengo qué decir que me sentí realizado al encender el Maserati y escuchar el rugido de su motor. Jamás había sentido en mis manos algo así y por eso al principio, aceleré con cautela. O eso pensé, ya que...

De vuelta a la casa del pueblo con mi prima 5

Hablando con el hermano de nuestra más reciente adquisición, me entero de que esa pelirroja batea a las dos bandas y tras darse un homenaje hetero conmigo, desea un revolcón lésbico. No llegue a comentárselo a mi prima, ya que cuando iba a hacerlo vi a las dos retozando con Isabel.

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Tras ese primer escarceo, no pudimos seguir ya que el oleaje que nos encontramos al salir a mar abierto fue tan intenso que no nos quedó otra que sentarnos y abrochar nuestros cinturones mientras Ricardo se lo pasaba en grande tras el timón. Inexperto en cuestión de navegación, me tranquilizó observar que su hermana no estaba preocupada y por eso la creí cuando comentó que, en cuanto pasáramos Costa Teguise, todo volvería a la normalidad. Aun así, no respiré hasta que las olas disminuyeron de tam...

De vuelta a la casa del pueblo con mi prima 4

Mi prima no sabía nada del pacto que había llegado con Isabel y por eso cuando fuimos a cenar nada pudo decir cuando en el restaurante puse a prueba su compromiso haciendo que le regalara una comida de coño. Ajena a nuestro acuerdo, María disfruta de la lengua de la chavala sin saber el porqué.

« Son las nueve», pensé al oír que las dos mujeres salían de su cuarto. Tras lo cual, cogí mi chaqueta y salí al pasillo. Al cruzar el umbral de la puerta me encontré con una visión maravillosa, me esperaban ataviadas con unos escuetos vestidos de noche. Ambos lucían grandes escotes y solo se diferenciaban en la longitud de su falda, mientras María llevaba uno largo con una provocativa apertura en un lado, Isabel se había puesto uno cuya falda únicamente tapaba su culo, dejando al descubierto la mayor...

De vuelta a la casa del pueblo con mi prima 3

La lucha por ver quién seducía al otro llega a su fin sin un vencedor claro. Ya sintiéndonos pareja y sin que mi prima ni yo cediéramos, nos entregamos a descubrir los límites de nuestra lujuria. Durante meses follamos como conejos hasta que un día nos enteramos de que María está embarazada

Dos horas tardó la arpía en volver al nido y cuando lo hizo lejos de mostrar arrepentimiento, se dedicó a comentar el cachondeo con el que se habían tomado las tetonas la broma que me había hecho, añadiendo además que esas tres brujas le habían señalado un efecto secundario en el que no había caído.

― ¿Cuál? ― pregunté preocupado no fuera a ser que ese antiséptico tuviese algún ingrediente nocivo para la integridad de mi aparato.

Despelotada de risa, respondió:

―Me han comentado que no me...

De vuelta a la casa del pueblo con mi prima 2

Con mi prima a punto de sucumbir decido seguir presionando y su respuesta me deja helado, ya que en vez de acudir a mis brazos, comprende que ella también puede seducirme y usando sus artes femeninas, busca entonces que sea yo quien babee por ella… Y aunque no quiero, esa zorra consigue excitarme.

Reconozco que creí que esa noche acudiría a mi cama. Por eso me sentí defraudado cuando no llegó y me tuve que dormir con un calentón de los que hace época. Calentón que se incrementó a niveles insoportables cuando a través de las paredes la escuché masturbándose mientras repetía mi nombre. Asumiendo que mi prima deseaba que fuera yo el que diera el paso, me quedé en mi habitación con las hormonas alteradas al saber que si la quería totalmente entregada debía ser ella la que cruzara el pasillo tal y como le...

De vuelta a la casa del pueblo con mi prima

Por motivo de trabajo, vuelvo a casa de mis abuelos. Allí tengo que convivir con María, mi prima. Ella fue mi amor platónico de la niñez, pero ahora es una mujer amargada. Poco a poco voy despertando la hembra necesitada que se esconde en su interior. Relato reescrito para dar vida a una serie.

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Lo que en teoría debía de haber sido una putada de las gordas, resultó ser un golpe de suerte que cambió mi vida para siempre. Todo comenzó un día de junio en el que tuve una reunión con el jefe de recursos humanos. Habituado a considerar a los demás como números, al entrar a su oficina, el muy cabrón me informó que debido a la crisis iba a haber una criba brutal en el banco y que, si no quería ir a engrosar la lista del paro, tenía que aceptar un traslado. Contra la pared, pregunté a dónde me...

La verdad sobre R. Crusoe. Inglaterra. FINAL

Tras tantos años fuera de su patria, Robinson se dirige hacia Inglaterra donde espera encontrar a Elizabeth, su amada madrastra y a su hijo Charles. Fin de la historia de "MI CRUSOE" y de sus mujeres en la que he querido dar una vuelta de tuerca a esa historia.

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Nuestra partida se demoró una semana por los papeles que tuvimos que arreglar para poder irnos, ya que a los de doña Isabelle y el condado de Salveterra se unieron los de Mary, y es que esa cría resultó poseer una gran fortuna que no solo se debía a sus padres, sino que en gran parte era fruto de su espíritu comerciante.

―Su esclava tiene cierta práctica en los negocios y no se le dan mal― fue la contestación que me dio cuando le pregunté sobre cómo era posible que hubiese multiplicado por...

La verdad sobre R. Crusoe. Escala en Guayana

Tras dejar la isla, Robinson y sus mujeres se embarcan hacia Guayana donde deberán notificar a la madre de don Diego su muerte. Una vez allí se ve involucrado en una disputa por la fortuna del difunto y se alían con la madre haciéndose pasar por él. Allí también encuentran a Mary, una terrateniente.

Durante los dos días que tardamos en llegar a Georgetown, Tana quiso recuperar el tiempo perdido y cuando no era yo al que asaltó en busca de caricias, era a Grace a quien se las demandó. Tal era su insistencia que durante el viaje tuvo que ser Rodrigo quien se ocupara de nuestra hija porque en cuanto intentábamos dejar la cama, la morena fruncía el ceño y nos pedía de vuelta entre las sábanas.

—Es mi secretario, no nuestra niñera— comenté una de las mañanas molesto por el papel que tenía que asumir e...