No despiertes a mamá de su siesta
Con la excusa de convencer a mi madre, mis dos nuevos amigos disfrutaron de su siesta.
Juan se echó un par de amigos en el barrio unos tres o cuatro años mayores que él.
Más que amigos le utilizaban como chico de los recados y él aceptaba gustoso a cambio de que le invitaran a beber de su litrona o a jugar en el salón de máquinas recreativas. Se sentía mayor al lado de ellos.
Casi todo el tiempo libre lo pasaba con sus nuevos amigos y Rosa, su madre, ya llevaba unos días preocupada por no saber exactamente por donde estaba todo ese tiempo y, aunque preguntaba a su hijo, éste siemp...