En un mundo salvaje

Un matrimonio con un hijo de cuatro años, por azares de la mar, arriba a una isla desierta, deshabitada. Los años pasan, y el niño llega a ser hombre.

EN UN MUNDO SALVAJE

Estamos hacia el Anno Dómini de mil quinientos veinte y tantos, en una isla del Atlántico Sur, más allá del Ecuador, cerca del Trópico de Capricornio. La isla, más desconectada del mundo no puede estar, pues, para empezar, cuando el buen Dios hizo el Mundo, se le olvidó poner allí ser humano alguno, y, para arreglarlo, la colocó a miles y miles de kilómetros de cualquier otro lugar habitado de la tierra.

En el momento que esta historia comienza, la isla está habitada p...

La última travesía del “Tsimtsum

Relato basado en la novela "La vida de Pi" del autor canadiense Yaan Martel, en el que se narran las verdaderas causas del inexplicado (hasta hoy) hundimiento del buque japonés "Tsimtsum" el día 4 de julio de 1977

La última burbuja de aire que quedaba en sus pulmones escapó entre sus labios y ascendió hacia la superficie despacio, como si temiera reintegrarse a la atmósfera a la que pertenecía.  Arthit  la vio ascender y cerró los ojos abandonándose bajo el agua, el pecho le ardía y un leve mareo por la anoxia se apoderó de su cerebro. Pensó que sería agradable aspirar una bocanada de agua y llenar el vacío que se había instalado en su interior para acabar de una vez, para no tener que volver a la superficie y a la p...

Sentinelî

Dos manos sobre mis pechos, otra sube por mis muslos, una cuarta, tal vez perdida o sintiendo que no quedan mejores espacios para palpar, me acaricia la cintura

DÍA 0

Dos manos sobre mis pechos, otra sube por mis muslos, una cuarta, tal vez perdida o sintiendo que no quedan mejores espacios para palpar, me acaricia la cintura. Siento algo húmedo y caliente sobre el ombligo, y pienso que quizás sea una copia de la lengua que violenta mi boca y busca la mía. No tengo manera de cerciorarme. No hay colores, ni formas, solo tacto y sensaciones. Mi respiración es un arrabal de suspiros y gemidos, mecida en las lascivas caricias de esas cuatro manos, pero ya no so...

Me llamaban Viernes.

El Dios de los blancos llevó a mi amo a esa isla para salvarme de ser devorado por mis captores. Solo él habitaba allí, solo él era suficiente.

Me llamaban Viernes.

Mucho tiempo ha pasado de aquello, en mi juventud ya casi olvidada, cuando poseía un semblante joven y hermoso según mi amo, de piel tostada, con largo pelo negro. Todo empezó con una de tantas batallas entre tribus allá en mi tierra salvaje, tan sangrienta e inútil como otras. Acabó siendo mi última batalla, no era la única en la que había sido derrotado, pero sí la única en la que consiguieron capturarme.

Nunca llegué a saber cuantos fuimos capturados, ni cuantos consi...

Naufragio del Trintia: Selena y Philip

Tras el naufragio, los supervivientes del Trintia avistan tierra y empiezan una nueva vida alejados de las normas sociales. Selena es la única mujer y se verá obligada a luchar para sobrevivir en un mundo de hombres.

El cuaderno de bitácora cayó de la mesa mostrando el último registro de navegación:

22 de mayo de 1854

Hora 19:35

Ruta de travesía: Océano Atlántico sur.

La página había quedado inservible tras derramarse el tintero sobre la cubierta, calando todas sus hojas. Lo deposité cuidadosamente a mi lado e hice un rápido balance de la situación; inevitablemente los ojos se me anegaron en lágrimas.

El balanceo a bordo del Trintia era insoportable, escuchar el crujir de los tablo...

La isla

Un trágico accidente aéreo lleva a descubrir una civilización perdida en la que las mujeres son las únicas pobladoras, pero para que pueda existir necesitan procrear. Lejos de ser un paraíso para cualquier hombre, el único superviviente se convierte en un esclavo encargado de perpetuar la especie.

El vuelo siete nueve uno, procedente de Washington con destino a Madrid, surcaba el cielo a una velocidad de crucero de ochocientos kilómetros hora. Gus, un ambicioso joven con un futuro prometedor, regresaba a España después de séis meses de duro trabajo.

Dadas sus grandes dotes para la negociación, la empresa para la que trabajaba le ofreció la oportunidad de cerrar un lucrativo contrato con uno de sus mejores clientes, el cual le reportaría grandes beneficios, y, aprovechando la tesitura, le encome...

El huracán Francine

Sarah no le contestó. Se sentía extrañamente bien allí, tendida al sol en la rejilla, en biquini y sintiendo el aire por todo el cuerpo. Sí, realmente la sensación era orgásmica.

–¿Os gusta? –Dijo Mike orgulloso y con satisfacción de propietario.

–¿A que es fantástico? –añadió la rubia, guapa y curvilínea Carol henchida de orgullo por la propiedad de su novio.

–¡Es estupendo!, ¿no es así? –pregunta John a su asombrada novia, la morena, un poco tetona y muy agradable Sarah.

–Es..., es... –titubea ella sin encontrar la palabra adecuada–. ¡No tengo palabras! ¡Qué bonito!

–Es un catamarán Lagoon treinta y nueve, de casi doce metros de eslora, seis ochenta...

Fin

Esa misma tarde, embarcó

Fin

Esa misma tarde, embarcó

y el principio se convirtió en fin.

Esa misma tarde,

sus sueños se fueron

envueltos en un mar de olas.

Hundido en su mundo

sumergido en sí,

ahogado en un nudo,

creado por él.

Intentando, en vano,

coger aire de la nada,

sintiendo fuerzas en él,

sintiendo sin ser.

No sabe,

no entiende,

no llega a comprender,

que se sumergió

en un naufragio...

La sirena del Báltico

Un naufragio, dos personas de mundos opuestos, dos necesidades diferentes que tal vez se complementen o no. En 1944 en medio de la guerra más cruel que se pueda imaginar, tal vez haya hueco para la pasión.

A escasos minutos de la aurora, la niebla lo envolvía todo a su alrededor como un manto ominoso.

Figuras caprichosas se condensaban en el momento del día más propicio para la aparición de los demonios, pero ni Judith, ni ninguno de sus cuatro compañeros, temían a los seres sobrenaturales que pudieran surgir de la densa bruma, habían huido del infierno y nada podía ser peor que lo que habían dejado atrás.

No podían ser vistos, lo que era un alivio, pero tampoco podían ver lo que tenían delant...

Nunca Jamás

Nunca había visto una polla así.

Sevilla tiene un color especial y en primavera, en mi barrio donde los patios llenos de flores largan su perfume, huele a rosas, claveles y jazmines. La boda tiene algo inusual. El padre del novio es el padrino de la novia y yo, la madre de esta, la madrina. Lo que ocurre es que tanto Andrés, que le gusta que le llamen Andy, como yo somos viudos , así que intercambiamos los roles convencionales. Mi nombre es Belén.

La ceremonia ha terminado, salgo del brazo de Andy, mi consuegro, un cubano guapo, c...