Fisioterapeuta
No hay nada mejor que un masaje relajante, sobre todo si por cuenta de las manos de una diosa
Miguel estaba nervioso y excitado, como siempre. Cuando ella le hizo pasar, él no pudo evitar un repaso a la preciosa anatomía de la mujer. Sus miradas se cruzaron y la sonrisa de ella le encandiló.
“Noa Cobo”, así se rezaba el cartelito sobre su pecho. Una mujer de ojos grandísimos, color miel, boca sensual y unas hermosas tetas que se aprisionaban bajo aquella bata.
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Desnúdate. Enseguida vuelvo. – ordenó ella.
Al quedarse solo en la consulta, observó todos los diplomas...