La sacerdotisa de la vidriera

Señor, he pecado, y temo – sé – que volveré a hacerlo si tú no lo evitas. Sólo tú puedes conocer lo que ocurre en mi corazón y en mi mente; y sabes que soy un renegado, un traidor, un apóstata...

Señor, he pecado, y temo – sé – que volveré a hacerlo si tú no lo evitas. Sólo tú puedes conocer lo que ocurre en mi corazón y en mi mente; y sabes que soy un renegado, un traidor, un apóstata... ¿Cómo podría saberlo nadie más? Cada día, te proclamo omnipotente y creador de todas las cosas ante tus fieles, y ellos se santiguan y me escuchan arrobados desde los bancos de la iglesia. Son gentes sencillas y cristianas que creen las palabras que les digo y que yo mismo no creo. También les digo que eres m...

El pescador

La brisa refrescante del océano acariciaba mis pechos y me endurecía aún más los pezones, tiesos como mástiles.

Fue por un tarro, un simple tarro de cristal lleno de anchoas en aceite, que ni mi hermano ni mi padre pudieron abrir. Mi tío, que nos la había dado para que probáramos las anchoas que elaboraban en el pueblo, lo abrió sin dificultad y yo le vi entonces como a un hombre... El tarro parecía muy pequeño bajo esas manos suyas, tan grandes y fuertes. Las miré con interés y cierta excitación, porque eran unas manos fuertes y bronceadas, de dedos largos y robustos, muy distintas de las manos pálidas y delic...

La fuente

Son momentos así los que hacen que uno recuerde su infancia con cariño. ¡Cómo me gustaba jugar entonces en el parque!

El parque sigue ahí, como entonces, porque no fue hace tanto que ocurrió esta historia. También sigue allí el campo de fútbol donde entrena el equipo del barrio, aunque mi hermano ha crecido y soy yo ahora el que juega en el equipo.

Entonces yo prefería acompañar a mi hermano a los entrenamientos, y mientras él entrenaba, yo me dedicaba a jugar con otros chavales de mi edad. Al Riqui le sigo viendo de vez en cuando, pero de Álvaro hace mucho que no sé nada. El caso es que tendríamos sobre unos d...

El reino de la barbarie

Trágico relato de fantasía y barbarie. Hubiera querido hacerlo erótico pero estaba de bastante mal humor mientras escribía.

Con paso erguido pero vacilante, la muchacha acudió. Andaba desnuda pero sus delicados pies no se movían sobre la sucia tarima de un burdel sino que pisaban el suelo, de mármol y adornado por alfombras, de un palacio. Se acercó al trono, sin poder evitar que temblaran ligeramente sus brazos y la bandeja de oro que sostenía en ellos. Sobre la bandeja portaba una copa llena de exquisito vino traído desde Meridia, realmente un caldo selecto, como cualquier otro que pudiera hallarse en las bodegas reales....

De cómo los homosexuales salvaron la civilización

Continuación de otro relato que tantos malentendidos produjo. También hay final feliz para los que no les gustó el final trágico del anterior.

Este relato es una continuación de "De cómo los homosexuales hundieron la civilización" [ http://www.todorelatos.com/relato/33159/ ] Espero que ahora no queden malentendidos sobre mis intenciones, que era ridiculizar a tantos moralistas apocalípticos como vemos estos días. Agradeceré sus comentarios. Un saludo.

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Así acabó la fábula del sacerdote [léase el relato ya citado], y toda la Corte calló para meditar sus palabras mientras él alzaba su vista, autoritario, sob...

De cómo los homosexuales hundieron la civilización

Esto no es un relato erótico sino una fábula moral para reflexionar sobre el cataclismo que se cierne sobre toda nuestra civilización occidental.

Ocurrió que, no hace mucho tiempo y en un reino muy cercano, vivían hombres y mujeres felices y virtuosos que vivían conforme al orden racional y metódico que Dios había preparado para ellos... Bueno, maticemos que en realidad no eran tan virtuosos, porque ni uno dejaba de practicar el vicio, pero lo hacían de forma digna y discreta: practicando la virtud pública y el vicio privado.

Así, un caballero podía mantener a sus amantes sin que por ello dejara de ser un honorable padre de familia. Un m...

La anciana memoria

Esto no es un relato erótico y por eso está en la categoría de "otros". El tema es el futuro que nos espera.

La comunidad entera cuidaba de la anciana como su más preciado tesoro, y yo era su tesorero, el elegido como principal responsable de ese cuidado. Yo debía conservar su salud y desde el principio sentí hacia ella una responsabilidad y una preocupación que no había concedido a ningún otro de mis pacientes, y creo que no soy un profesional neglicente o poco atento, pero es que me abrumaba lo que significaba para todos aquella buena mujer. Mi relación con ella a lo largo de casi diez años sólo hizo crece...

El cubo de la esperanza

Éste no es un relato erótico. El tema es desagradable pero creo bien se merecen algo de atención los que no tienen ya esperanza.

Dedicado a esas personas que ya no tienen esperanza

El cubo se abrió repleto de oportunidades que descubrir. Al menos para los que, como él, sabían encontrar utilidad allí donde la mayoría sólo veían los desperdicios que ellos mismos habían abandonado. Con las manos viejas y cubiertas de roña, excavaba entre la multitud de objetos y sustancias del cubo. Para hacerse sitio y llegar más abajo y más cómodo, no dudaba en derramar parte del contenido a la calle.

Su esfuerzo fue recompensado cuan...

Lo que dejé en Cuba

En Cuba dejé mis escrúpulos y algo más...

Volvió mi secretaria para informarme de que la mujer insistía en hablar conmigo. Decía conocerme pero no se me ocurría quién podía ser esa "mujer madura y con acento sudamericano". De todas formas, me picaba la curiosidad, y estaba tan saturado de trabajo que cualquier excusa para darme un pequeño descanso no estaba de más. Me decidí a hablar con ella y mi secretaria la dejó entrar.

Efectivamente, parecía hispanoamericana, y en particular cubana por el acento. Era una mujer de treinta y muchos a...

Las huríes del profeta

Cuento del maravilloso engaño al que fue sometido el iluso Harún por el impío sultán Omar.

Agua que mana, Y frutas abundantes, E inagotables, que nunca les serán vedadas, Y hermosas doncellas Que hemos creado deliberadamente, Y las hicimos vírgenes, Amorosas y de su misma edad, Para los bienaventurados.

Sura LVI, de Aluaqi'a o del Inevitable Evento, 31-38, El Corán

Se había ganado el carpintero Yusuf la reputación de ser uno de los hombres más graciosos e ingeniosos de Bagdad, y ciertamente, no le faltaban méritos. Su sola visión resultaba tronchante: tan canijo y con u...