Las colinas de Komor XXVII
Al entrar en la estancia se encontró con una docena de miradas que oscilaban entre el escepticismo y la hostilidad. No tenía ni idea de para qué le habían mandado llamar, pero cuando vio el rostro arrugado y serio de Aselas supo que era por algo grave.
XXVII
Ray colgó el teléfono y entró en la tienda. Le contó las nuevas noticias a Oliva que al contrario de lo que esperaba no mostró ningún signo de contrariedad, incluso le pareció ver un destello de alegría en los ojos.
No terminaba de conocer a aquella mujer. Cada vez le parecía más la típica persona a la que le gustaría ver incendiarse el mundo entero solo por la curiosidad de saber que pasaría luego. Definitivamente jamás la dejaría al cuidado del maletín nuclear.
*Mientras había...