El arte de manipular (2)
Todo cuanto sucede en este relato es puro producto de mi imaginación, de mis fantasías, y no tiene más visos de realidad. Al contrario, soy de la opinión que cualquier mujer debe ser respetada y considerada, y que cualquier acto degenerado y punible debe ser denunciado (nota de la autora).
Ágata oteó el largo pasillo de la academia, pero no le vio. Hacía ya dos días desde que se habían declarado mutuamente y no le había visto desde entonces. Ansiaba su compañía; la necesitaba, sobre todo para reafirmar su compromiso, para escucharle decir de nuevo que la quería. Ni siquiera había dormido bien desde entonces y tuvo que obligarse a calmarse ya que sus padres sospechaban que algo ocurría al verla tan agitada. Quería que la abrazara, que la mimara, que la besara tiernamente y le susurrara su amo...