El deseo prohibido vii
Una historia morbosa en la oficina
Entró al baño presurosa, un baño unisex en el que había fantaseando miles de veces con encontrarse con él, encerrarse en un cubículo y que la poseyera salvajemente.
Pero hoy como siempre estaba sola, así que entró en un cubículo, se subió la faldita, se bajó las empapadas braguitas sonriendo porque eran tan sólo las nueve y media y ya estaban perdidas, y se sentó.
Pensó con amargura el escrutinio al que le iba a someter Teresa, la secretaria del jefe. Una curentona casada con dos hijos, dema...