Cuentos - Problema irresoluble

Si la señorita fuera tan buena de leerme la carta, para que la señorita no la oyera le taparía yo las orejas.

PROBLEMA IRRESOLUBLE

"Juanita no sabe servir, pero es muy lista y aprenderá pronto.

"Blanca estará muy contenta con su doncella galleguita, porque dentro de dos meses le será muy útil, pero es preciso desasnarla.

"Queda cumplido su encargo, y yo me repito su seguro servidor y capellán, que besa su mano,- Blas Padilla. "

Así terminaba la carta de recomendación con que Juanita había llegado a casa de Emilio. Porque Emilio encargó una chica a Galicia para que sirviera de donce...

Leyendas - Procris y Céfalo

Procris era la más hermosa de las hijas de Erecteo. Céfalo, hijo de Hermes y de Herse, hija de Cécrope, estaba unido a ella por un amor entrañable, y cuando, el día de la boda, Erecteo hubo juntado las manos de los novios, todos los atenienses le calificaron del más feliz de los esposos.

Procris y Céfalo

Procris era la más hermosa de las hijas de Erecteo. Céfalo, hijo de Hermes y de Herse, hija de Cécrope, estaba unido a ella por un amor entrañable, y cuando, el día de la boda, Erecteo hubo juntado las manos de los novios, todos los atenienses le calificaron del más feliz de los esposos. Sin embargo, aquella dicha no iba a durar mucho tiempo. Había transcurrido apenas el segundo mes cuando, una mañana, Céfalo salió a los bosques del Himeto a la caza del ciervo. El mozo, que tení...

Leyendas - Ion

Hermes, el dios alado, corrió a Atenas y cumplió el encargo de su hermano; en la misma canastilla de juncos en que yacía, depositó al niño ante las puertas del templo de Delfos, cuidando de abrir la tapa de la canasta para que la gente lo viera.

Ion

El rey Erecteo de Atenas (que al igual que Progne y Filomela, fue hijo del rey Pandíon el Viejo y de la náyade Zeuxipe. Entre las hijas de Erecteo debemos mencionar, además de Creúsa, Procris y Oritia), se complacía en una de sus hermosas hijas llamada Creúsa. Con ella se había desposado Apolo sin conocimiento del padre. Habiendo dado a luz a un hijo, por miedo a las iras de su progenitor, lo encerró en un arca y lo dejó en la gruta que había sido testigo de las secretas entrevistas con el d...

Cuentos - El divorcio

— A veces huele mal, y a veces bien.

EL DIVORCIO

Querido lector: Quizá lo que voy a referirte lo habrás escuchado o leído alguna vez; pero eso me tiene muy sin cuidado, porque recuerdo una de las máximas famosas del Barón de Andilla, que dice:

"Si alguien te cuenta algo, es grosería decirle: por supuesto, lo sabía.

Y como yo estoy seguro de tu buena educación, y además este cuento puede serte de mucha utilidad, prosigo con mi narración, seguro de que, si la meditas, me la tendrás que agradecer más de una vez en el camino...

Realidad - Burka

Arde otro mundo más allá de esta celosía que atrapa nuestra mirada. Así, de la quietud horadada va ensangrentándose este subsuelo donde, conviene recordároslo, habitamos nosotras.

BURKA

Arde otro mundo más allá de esta celosía que atrapa nuestra mirada.

Lo sabemos, lo intuimos, quizá reinventado. Sus tierras ocres hirvientes de sangres freáticas, de odios espesos, bajo un cielo que acuchilla cualquier esbozo de penumbra.

Un país sin esquinas ni sombras, sin primaveras, de geografía sumida en la absoluta esencialidad de los elementos.

El cielo azul y la tierra vacía, polvo y rocas y un silencio de espinas atravesando la relampagueante quietud que...

Cuentos - Felisa

pero hay algunas otras en que hace a un lado los papeles, me sube al escritorio y me hace sentir que estoy entrando en la gloria, con sus besos en todo mi cuerpo y la presencia de su pene en mis entrañas.

Felisa

¿Cómo?, no me lo preguntes. Con quince años a cuestas, una tarde me ví en brazos de Sebastián, un hombre hermoso y varonil, que en aquellos días tendría cuarenta.

Nos reuníamos dos veces por semana para bailar en algún salón, íbamos a cenar y terminábamos en el hotel. Me sentía muy a gusto.

Me encantaba su delicadeza. Acariciaba mi cuerpo, besaba mis pezones, cubría mi vulva con su boca remontándome a las estrellas. Yo tomaba entre mis manos su pene y sus testículos, me encanta...

Cuentos - En una casa de empeños

Era una tarde del mes de diciembre.

EN UNA CASA DE EMPEÑOS

Enrique Granier era un francés de gran corazón, y, sin embargo, se había establecido en México abriendo una casa de empeños.

No quiere decir eso que yo juzgue hombres de malos sentimientos a los que tienen casas de empeños; pero hay, sin embargo, necesidad de tener un carácter especial para fundar la propia ganancia en la desgracia ajena; porque es seguro que solamente van a buscar el remedio en el empeño los perseguidos de la suerte, y allí se apuran hasta los último...

Leyendas - Progne y Filomela

— ¡Mía es la victoria!— gritaba en su corazón, devorando a la candida doncella con sus miradas centelleantes. Así brilla el ojo ávido del águila cuando, soltando de las corvas garras la palpitante liebre, la deposita en su elevado nido de rocas, de donde le será imposible escapar.

Progne y Filomela

En Atenas reinó una vez el rey Pandíon, hijo de Erictonio, nacido de la Tierra, y de la ninfa Pasítea. Casóse con una hermosa náyade cuyo nombre era Zeuxipe, y que le dio los gemelos Erecteo y Butes, así como dos hijas, Progne y Filomela. Ocurrió que Lábdaco, rey de Tebas, entró en conflicto con Pandíon e invadió el Ática al frente de sus huestes devastadoras. A pesar de su animosa resistencia, los atenienses hubieron de retirarse a la capital, y Pandíon, ante el apuro, pidió a...

Cuentos - La señora Josefina

Al día siguiente, muy temprano nos despertamos, con una sonrisa fresca y un dulce beso impregnado de amor en los labios.

Cuento – La señora Josefina. – Un día en la vida de una mujer.

La esencia de este relato la escuché, siendo casi niño por casualidad, una tarde en que estaba yo jugando en un recodo de la terraza de la casa de mi tío Fortunato, donde él y otros amigos estaban en sendos sillones tomando la copa y platicando. Cuando empezó, me quedé quietísimo y mudo escuchando lo que narraba:

Hola señora Josefina: - ¿cómo se ha sentido?

Bien, he estado mucho mejor de mis pies, y las piernas ya no l...

Cuentos - Prostitución

Hace muchos, muchos años, por casualidad conocí a una mujer cuya profesión era la prostitución.

Hace muchos, muchos años, por casualidad conocí a una mujer cuya profesión era la prostitución. No era una mujer joven, ya que era abuela, sin embargo tampoco era una mujer vieja. Estaba bien conservada, Yo la conocí como señora de su casa. Vivía con y trabajaba para mantener a una nieta. Me explicó que su hija, que también se dedicaba a la misma actividad, no había entendido que en su profesión, una mujer no puede perder el sentido de su realidad circundante y por ello no puede hacerse adicta al alc...