La reeducación de Areana (11)

Amalia tiene ya a Areana y a su madre completamente reducidas a la condición de perras sumisas y avanza en sus planes de emputecerlas con la complicidad de la perversa Elena...

Elena recibió a Marta en la puerta de entrada al edificio y la librera, después de devolverle a Areana, le preguntó:

-¿Va a ser posible tener otra vez a esta preciosura? –y en su rostro se dibujó la ansiedad con que esperaba la respuesta.

-Claro que sí, siempre que la nena lo haya pasado bien. –contestó Elena y le preguntó a la sumisita:

-¿Lo pasaste bien, putita?

-Sí, señora Elena… Muy bien… -respondió la niña, que permanecía en la posición correcta, con las piernas juntas, la cabez...

La reeducación de Areana (10)

Eva se asume definitivamente como una perra sumisa propiedad de Amalia mientras su hija Areana es prestada a la librera Marta en el inicio del proceso de su emputecimiento.

Marisa se acercó a Eva y le ordenó:

-Venga con nosotras. –mientras Milena se dirigía a la puerta del living.

Eva se incorporó y empezó a caminar despacio, con la cabeza gacha y las manos en la nuca, tal como le había sido indicado por Amalia, pero Milena, ya en la puerta del living, la detuvo:

-No, no, no, nada de caminar. Usted es una perra y las perras andan en cuatro patas.

-Muy bien, Milena. –aprobó Amalia y agregó dirigiéndose a su flamante presa:

-Caminar será para usted...

La reeducación de Areana (9)

Empujada por su propia hija Areana y con la complicidad de Elena, Eva cae por fin en manos de Amalia.

Al día siguiente, Elena pasó a buscar a Eva poco antes de las cinco de la tarde y a esa hora ambas llegaban a destino. Poco después de haber oprimido el timbre del portero eléctrico vieron avanzar a Marisa por el amplio y lujoso hall de entrada. La mujerona les abrió la puerta, saludó a Elena respetuosamente y le dijo a Eva con todo firme:

-Usted, detrás de nosotras.

Eva, asombrada, miró a Elena y luego a Marisa, que endureciendo aún más el tono repitió:

-¡Detrás nuestro! –e inició la marc...

La reeducación de Areana (8)

Amalia termina de adiestrar a Areana, la gradúa como sumisa, la desvirga y se lanza a la captura de la madre, ayudada por Elena.

Esa tarde, Elena le contaba a Amalia su visita a Eva.

-Se asombró cuando le dije que ibas a devolverle a Areana mucho antes de lo previsto y está muy ansiosa por tener otra vez con ella a su cachorra.

-Dependerá de cómo responda la nena a la próxima prueba de obediencia. Si la supera vendrá la graduación como sumisa y después sí la devolución a su mami.

-¿Qué es eso de la graduación? –quiso saber Elena.

-Una ceremonia conmigo, la pupila, Marisa y Milena.

-¡Pero dame detalles! ...

La reeducación de Areana (7)

Orgía lésbica entre Elena, Milena y Amalia, mientras en la mente de ésta -dominante insaciable- comienza a germinar una idea perversa.

Ya en la habitación-celda, Milena esposó a Areana con las manos atrás y le engrilló los tobillos mientras la pobre jovencita no cesaba de llorar ante la dolorosa tensión sexual que estaba padeciendo. La asistente, en cambio, disfrutaba del sufrimiento de la pupila.

-¿Te gustaría que te hiciera acabar, putita?...

-Sí… sí, señorita Milena, ¡se lo suplico!... por favor… ¡por favor! –rogó Areana con la voz ahogada por los sollozos.

La respuesta fue una carcajada:

-¿Te lo creíste, pendeja...

La reeducación de Areana (6)

Ya no hay vuelta atrás para Areana, cuya perversa educadora sigue hundiéndola sin piedad en su esencia de sumisa

Una hora después Milena volvía a la habitación de la cucha con el almuerzo de Areana. La pupila seguía echada boca abajo en el piso, tal cual la dejaran ambas asistentes luego de aplicarle la crema.

De una olla sacó dos salchichas trozadas y algunas papas hervidas que puso en el comedero y después vertió un poco de agua mineral en el otro cuenco.

-Vamos, nena. –dijo imperativa. –En cuatro patas y a comer.

-No quiero comer, no tengo hambre. –contestó la jovencita con un hilo de voz y sin mo...

La reeducación de Areana (5)

Amalia somete a Areana a una prueba de obediencia, pero la pupila no la supera y sufre las consecuencias.

Al día siguiente Amalia despertó tarde, cerca de las doce, disfrutando por anticipado de lo que había planeado para Areana. Por el handy le ordenó a Marisa que le trajera su desayuno: café con leche, tostadas con manteca y mermelada y un jugo de naranjas. La mujerona depositó la bandeja ante Amalia, que había dormido desnuda, y no pudo evitar clavar la mirada en esos senos que se mantenían aún bastante firmes y lozanos. A Amalia no le pasó desapercibida esa mirada y su significado. Sabía del deseo que su as...

La reeducación de Areana (4)

Areana se descubre tal cual es en esencia y eso la excita y angustia a la vez. Su reeducación acaba de empezar.

No bien Milena y Marisa la metieron en la cucha esposada y con los grilletes, Areana se abocó a considerar, con el ánimo turbado, lo que había sentido sobre las rodillas de Amalia mientras ésta la nalgueaba. Empezaba a percibir, cada vez con mayor claridad, que probablemente hubiera estado buscando precisamente eso que acababa de encontrar en la casa: rigor, imposición de límites, castigo. Por eso su pésimo comportamiento en procura de que su madre la pusiera en vereda. Había algo del desafío y la rebeldía...

La reeducación de Areana (3)

Areana recibe su primer castigo a manos de Amalia y un velo comienza a correrse lentamente en su interior más profundo.

Una hora después la niebla comenzaba a disiparse en el cerebro de Areana. Abrió los ojos y la pesadez de sus párpados la agobió tanto como el advertir que estaba en medio de la oscuridad, echada no supo dónde. Quiso ponerse de pie y su cabeza dio contra el techo de la cucha. Soltó una puteada, se sentó y cuando sus ojos fueron acostumbrándose a la penumbra se dio cuenta de que estaba en una especie de pequeñísima casita con techo a dos aguas y había una manta en el piso. Se dio cuenta también de que estaba...

La reeducación de Areana (2)

Eva lleva a su hija Areana a casa de Amalia, donde donde todo está dispuesto para comenzar con la reeducación de la adolescente.

La ansiedad hizo que Eva llegara a la cita quince minutos antes. Presa de una nerviosidad cada vez mayor caminó de una esquina a la otra hasta que finalmente, en la enésima consulta a su reloj de muñeca comprobó, lanzando un suspiro, que eran las cinco de la tarde. Con paso casi de trote llegó a la puerta del edificio y oprimió en el portero eléctrico el botón del 9º piso. Luego de un instante que le pareció eterno sonó una voz femenina:

-Sí.

-Tengo cita con la señora Amalia. -contestó procurand...