El club
Un amigo responde por mí para mi ingreso en un exclusivo club donde mujeres de clase media-alta son subastadas a diario.
Hugo me dijo que tenía que verlo, que de nada serviría que me lo contase y que, para el caso, el riego que él correría, que ambos correríamos, sería el mismo. Así las cosas, una fría tarde-noche de diciembre, entré en compañía de mi amigo en un lugar que jamás habría creído que existiese.
El club, como Hugo lo llamaba, tenía una sede fija y un par de ellas itinerantes, estas últimas siempre en las afueras de la urbe. Como yo aún no había sido admitido, por el momento solo podía entrar en la sede princ...