Prostitución (final)
La entrega de mi marido salvo la economia familiar y disfrute de un paseo inolvidable pleno de lujuria y placer. De alli en mas desaparecieron nuestras penurias economicas.
Después de todo que mujer no fantaseo con ser una prostituta aunque sea por una vez y entregar su cuerpo poniéndole precio a sus fantasías sexuales. Al salir del baño, encontré sobre la cama ropa interior de color rojo y un portaligas negro, como las que uno ve que usan las protagonistas de películas eróticas, y un sobre con una carta y 100 dólares adentro, que decía eran en retribución al hermoso día que habíamos pasado. Me coloqué la lencería, y me miré al espejo. Me quedaba perfecta y me hacía más...