Amores de juventud III
El crucero seguía y nuevas sensaciones llegaban.
Después del espectáculo de la noche anterior esperaba que nadie me pudiese mirar a la cara. Ante mi sorpresa tanto Rosa como Susana estaban como el día anterior, igual de simpáticas, abiertas y cercanas, ni pizca de vergüenza por ningún lado. Por supuesto Paco y Alberto actuaban como si nada hubiera pasado.
Buenos días - dije.
Hola Cariño, ¿que tal has dormido? - me preguntó amablemente Rosa.
Bien muchas gracias - conteste - la verdad es que estábamos cansados y hemos dormido como...