Las cinco amigas (20)

El tiempo que pasé esperándola sirvió para que mi mente diera muchas, muchas vueltas. Pensaba en mí, pero también en Isabel, en la pobre Isabel. Y en mis amigas, Dalia y Natalia. ¿Serían ellas conscientes también del oscuro peligro que las acechaba? ¿Hasta dónde iban a llegar con nosotras?

***Vigésima parte*****

El tiempo que pasé esperándola sirvió para que mi mente diera muchas, muchas vueltas. Pensaba en mí, pero también en Isabel, en la pobre Isabel. Y en mis amigas, Dalia y Natalia. ¿Serían ellas conscientes también del oscuro peligro que las acechaba? ¿Hasta dónde iban a llegar con nosotras?

Miré mis manos, pequeñas, con sus uñas perfectamente blancas. Tan diferentes a cuando pertenecían a un hombre. Mi reducida estatura. Mi abundante pelo, ahora rizad...

Las cinco amigas (19)

Me llevé las manos a la cabeza. Pensé que si me apretaba las sienes, la pulsión bajaría lo suficiente como para lograr enfocar mis pensamientos. Y entonces noté algo raro. Un tacto metálico y frío en mi rostro. No lo comprendía.

***Decimonovena parte*****

Cuando desperté el día siguiente, había algo raro. En primer lugar, el sol entraba a raudales por las ventana. Tenía que ser más de media mañana.

En segundo lugar, me dolía la cabeza. Me dolía tantísimo que llegué a tener miedo. Pensé que ese uno por ciento de posibilidades de que "algo fuera mal" del que me había prevenido el doctor se estaba cumpliendo.

También me sentía muy cansada. Tan cansada que pensar en levantarme resultaba casi una utop...

Las cinco amigas (18)

El comienzo de mi segunda semana presenció mi segunda revisión médica. El mismo doctorzuelo repulsivo entró en mi habitación por la mañana, escoltado por sus dos enfermeras delgadas rubias y de ojos azules, la de labios gruesos y la de pechos enormes. Era tan temprano que aún estaba en el largo proceso de peinar mi melena rizada recién lavada cuando llegaron. Ni siquiera estaba maquillada. Me sentó muy mal que llegasen de esa manera y sin avisar.

***Decimoctava parte*****

El comienzo de mi segunda semana presenció mi segunda revisión médica. El mismo doctorzuelo repulsivo entró en mi habitación por la mañana, escoltado por sus dos enfermeras delgadas rubias y de ojos azules, la de labios gruesos y la de pechos enormes. Era tan temprano que aún estaba en el largo proceso de peinar mi melena rizada recién lavada cuando llegaron. Ni siquiera estaba maquillada. Me sentó muy mal que llegasen de esa manera y sin avisar.

...

Las cinco amigas (17)

—Observa que tripita tienes —me contestó—. Completamente plana. Cuando te sientas se pliegua hacia dentro en vez de hacia afuera. Y eso se mantendrá así gracias a llevar un exhaustivo control de tu alimentación. Si te abandonaras a la gula, podrías acabar gorda y fofa. Eso es algo que no puede pasar.

***Decimoséptima parte*****

No tardé mucho en volver a encontrarme con la misteriosa rubia con carita de muñeca de porcelana.

Por la mañana, ya recuperaba de mi deseo sexual insatisfecho y tras la lenta rutina de embellecimiento, fui a desayunar bastante pronto. Isabel me dió quince minutos para hacerlo antes de sus clases. Yo se lo agradecí, ya que seguía perpetuamente hambrienta.

—Observa que tripita tienes —me contestó—. Completamente plana. Cuando te sientas se p...

Las cinco amigas (16)

Me penetró. De golpe, sin preparación ni cuidado. La sensación fue agradable. Yo no la esperaba de otra manera. Con mis nalgas firmemente apoyadas en su pelvis y deseando que me bombeara, llevé mi mano a mi polla. Quería masturbarme. Quería sentir placer. Deseaba derramar mi semen por el suelo mientras Alberto llenaba mi culo del suyo

***Decimosexta parte*****

Hacía bien en temer los sueños que pudiera tener. Pero mis ideas ni siquiera se habían acercado a lo que iba a pasar por mi mente dormida. No los protagonizaron ni la nueva chica rubia, ni Dalia... ni siquiera yo misma. Volví a estar mi yo masculino, aunque de una forma difusa... como si estuviera dentro de una carcasa, como de una armadura cuyo yelmo sólo dejaba mis ojos fuera.

Los sueños también eran profundamente sexuales, como todos los que rec...

Las cinco amigas (15)

Cuando bajamos las escaleras, yo era una chica nueva. Estaba cansada y sudada y seguro que mi maquillaje necesitaba un retoque bastante importante, pero me sentía contenta. Ni siquiera la incomodidad de mis tendones de aquiles y su forzado ángulo, ni la perpetua desnudez que sentía con las piernas al aire y el sexo sólo cubierto por mi blusa oscurecían mi ánimo.

***Decimoquinta parte*****

Cuando bajamos las escaleras, yo era una chica nueva. Estaba cansada y sudada y seguro que mi maquillaje necesitaba un retoque bastante importante, pero me sentía contenta. Ni siquiera la incomodidad de mis tendones de aquiles y su forzado ángulo, ni la perpetua desnudez que sentía con las piernas al aire y el sexo sólo cubierto por mi blusa oscurecían mi ánimo.

—Ya era hora de que las señoritas se dignaran a aparecer —graznó Mercedes, que estaba...

Las cinco amigas (14)

Mi rubia tutora tuvo que consolarme con caricias en el pelo y palabras tranquilizadoras. Yo, por mi parte, estaba más que dispuesta a dejarme mimar. Me apoyó sobre su pecho, grande y duro, hasta que mis lágrimas, que por fin habían salido en torrente, amainaron de nuevo.

***Decimocuarta parte*****

Mi rubia tutora tuvo que consolarme con caricias en el pelo y palabras tranquilizadoras. Yo, por mi parte, estaba más que dispuesta a dejarme mimar. Me apoyó sobre su pecho, grande y duro, hasta que mis lágrimas, que por fin habían salido en torrente, amainaron de nuevo.

—Después del cambio, los primeros reconocimientos no son agradables, lo sé —me decía, cuando iba recuperando mi compostura—. Ni siquiera conoces aún tu cuerpo como para que te lo...

Las cinco amigas (13)

Tuve sueños que, como poco, eran extraños. Me veía dentro de mi antiguo yo masculino y me fijaba en una chica que era idéntica a mi actual persona...

***Decimotercera parte*****

El agotamiento me venció pronto. Eran poco más de las diez cuando noté cómo se me cerraban los ojos a pesar de todos mis esfuerzos. Mi primera intención fue acostarme. Pero claro... ¡el maquillaje! Así que tuve que hacer de tripas corazón (unas tripas que seguían implorando más comida después de la escueta cena) e ir al baño a devolver mi cara a un estado natural que cada vez iba a ver menos y menos en mi vida.

Aproveché para aliviarme. No me hu...

Las cinco amigas (12)

A medida que avanzaba la tarde entendí por qué Dalia nunca parecía estar en una postura relajada, aunque estuviera sentada, comiendo o de cualquier otra manera. Al parecer, mi dueño había elegido para mí que fuera elegante y sexy al mismo tiempo

***Duodécima parte*****

A medida que avanzaba la tarde entendí por qué Dalia nunca parecía estar en una postura relajada, aunque estuviera sentada, comiendo o de cualquier otra manera. Al parecer, mi dueño había elegido para mí que fuera elegante y sexy al mismo tiempo. Eso requería aprender toda una nueva forma de moverme, de sentarme y hasta de comer. En algunos puntos me parecía a los juegos gestuales de mi nueva amiga, pero en otros me separaba. Ella era más... vulgar hasta...

Las cinco amigas (11)

Casi cuando estaba terminando la comida, vi entrar una figura perturbadora. Era una mujer joven, bajita a pesar de sus tacones, con el pelo rubio oscuro, casi castaño, largo y muy rizado, más que el mío. Pero lo que más destacaba en ella eran dos pechos, por llamarlos de alguna manera...

***Undécima parte*****

Cuando recogí la bandeja con la comida, lo que encontré era tan escaso que me dieron ganas de llorar: un plato de espinacas hervidas y un filetito de pechuga de pollo a la plancha. Ni la sonrisa comprensiva de la camarera me animó.

Busqué con los ojos en la sala a Dalia pero no la encontré, así que me senté sola y empecé a devorar las magras viandas. Mis costumbres antiguas me llevaron a intentar engullir a grandes bocados... pero me di cuenta de que, sim...