Las cinco amigas (30)

Poco a poco me colé frente a ella, dejando el ventanal a mi espalda. No tenía más remedio que mirarme a la cara. No bajó su vista en ningún momento. En la misma situación, yo lo habría hecho, pero ella era más orgullosa, más fuerte que yo.

***Trigésima parte*****

—Dalia —le dije, apretando cariñosamente su hombro—, no quiero molestarte.

—Entonces deberías irte –me interrumpió, sin darse la vuelta.

—...Pero soy tu amiga. Y me necesitas. Los amigos se demuestran en los momentos malos, no en los buenos —expliqué.

Poco a poco me colé frente a ella, dejando el ventanal a mi espalda. No tenía más remedio que mirarme a la cara. No bajó su vista en ningún momento. En la misma situación, yo lo habría hecho,...

Las cinco amigas (29)

—¿Qué tengo que hacer para tener relaciones sexuales? Eso fue lo primero que pregunté a Agustín a primera hora de la mañana. Él estaba con su sonrisa encantadora sentado detrás de su funcional mesa de metacrilato...

***Vigésimo novena parte*****

—¿Qué tengo que hacer para tener relaciones sexuales?

Eso fue lo primero que pregunté a Agustín a primera hora de la mañana. Él estaba con su sonrisa encantadora sentado detrás de su funcional mesa de metacrilato. El sol que entraba por el ventanal que tenía detrás le seguía dando esa peculiar aura de magnificencia casi divina que tan bien le sentaba.

—Es fácil, Laura —dijo, sin dejar de sonreír—. No tienes más que encontrar a un hombre y...

Las cinco amigas (28)

Justo entonces reparé en Natalia. No estaba sentada junto a su amiga, aunque la miraba de hito en hito con una mueca de preocupación en su boca, ya que el resto de su rostro permanecía tan impasible como siempre. Nuestras miradas se cruzaron cuando me acercaba hacia la neumática mujer. Me hizo un significativo gesto de negación con la cabeza, así que me acerqué a mi delicada compañera de infortunio.

***Vigesimo octava parte*****

Lo primero que ví al entrar al comedor fue a Dalia dando cuenta de sus pitanzas. Estaba sentada de espaldas, pero su abundante cabello teñido de rubio era inconfundible a cien kilómetros de distancia. Contenta por verla, y antes de saludarla, fui a la barra a recoger mi como siempre menguada bandeja que, al menos, aplacaría los rugidos de mi estómago.

Justo entonces reparé en Natalia. No estaba sentada junto a su amiga, aunque la miraba de hit...

Las cinco amigas (27)

—Laura —dijo Agustín, con su sonrisa irresistible—, sé que tienes un enorme deseo sexual. Lo sé porque es parte de tu diseño. ¿No quieres contarme nada sobre eso?

***Vigesimoséptima parte*****

—Laura —dijo Agustín, con su sonrisa irresistible—, sé que tienes un enorme deseo sexual. Lo sé porque es parte de tu diseño. ¿No quieres contarme nada sobre eso?

Al principio logré mantenerme callada. Movía la vista a un lado y a otro, incapaz de fijarla en sus ojos. Me mordía el labio inferior, ya que las palabras se amontonaban en mi garganta, pugnando por salir.

—Sé perfectamente que deseas aplacar ese fuego que arde en tu interior —...

Las cinco amigas (26)

—Exactamente, ¿qué es lo que soy? —le pregunté en cuanto me ofreció asiento delante de su mesa de metacrilato.

***Vigésimosexta parte*****

La consulta de Agustín era luminosa y algo espartana. El sol de la mañana se colaba a raudales por la ventana de tal manera que el psicólogo se encontraba casi rodeado de un aura de santidad, lo que reforzaba su indudable atractivo.

Por el camino me había concienciado para no dejar ninguna pregunta en el tintero, por lo que intentaba llevar un listado mental de todos y cada uno de los asuntos que tenía que plantear. Mi mente ya no funcionaba con...

Las cinco amigas (25)

Era un hombre que debía estar en sus primeros treinta, algo más joven de mi verdadera edad... o al menos la que tenía cuando era varón. Medía en torno al metro setenta y cinco y no pesaría más de setenta kilos. Carecía del acusado tono muscular de Alberto o del actor porno.

***Vigésimoquinta parte*****

Era un hombre que debía estar en sus primeros treinta, algo más joven de mi verdadera edad... o al menos la que tenía cuando era varón. Medía en torno al metro setenta y cinco y no pesaría más de setenta kilos. Carecía del acusado tono muscular de Alberto o del actor porno. De hecho, era más bien de aspecto endeble. Al menos, por comparación con lo que conocía hasta ese momento. Era bastanta pálido, casi tanto como yo, lo que hacía que destacasen dos...

Las cinco amigas (24)

A la mañana siguiente inicié mi rutina como cualquier otro día. Apenas había pensado en los enormes aros que tenía en las orejas hasta que llegué al baño. Se habían enredado en mi pelo y me costó un buen rato liberar mis mechones sin arrancármelo. Mis labios y cejas fruncidos hablaban de la frustración que sentía.

***Vigésimocuarta parte*****

A la mañana siguiente inicié mi rutina como cualquier otro día. Apenas había pensado en los enormes aros que tenía en las orejas hasta que llegué al baño. Se habían enredado en mi pelo y me costó un buen rato liberar mis mechones sin arrancármelo. Mis labios y cejas fruncidos hablaban de la frustración que sentía.

Casi inmediatamente volvió a mi mente la película de la noche anterior. La chica... o transexual, o lo que fuera, era guapa e induda...

Las cinco amigas (23)

A pesar del ejercicio físico, el día había sido poco exigente, por lo que no tenía demasiado sueño. Al final, para vaciar la mente hice lo que tantas personas: conectar la tele una vez más. No era demasiado tarde, quizá no más de las diez, por lo que me sorprendió lo que ví.

***Vigésimotercera parte*****

Desde que volví a mi habitación, no paré de darle vueltas a la cabeza. ¿Había ofendido en algo a Dalia? También podía ocurrir, simplemente, que no se encontrase del mejor humor del mundo por cualquier motivo. Quizá simplemente estaba cansada... El encuentro había sido demasiado breve.

Después de la frugal cena, me desmaquillé con la ya habitual sensación de hambre en el estómago. Los gigantescos aros eran un incordio para cada actividad que ll...

Las cinco amigas (22)

Mi corazón se aceleró una vez más. A este paso estaba gastando todos los latidos que tenía destinados a mi vida entera. ¿Habían limitado mi inteligencia? Estaba claro que lo podían hacer. A duras penas recordaba ya nada de cuando era varón y mis cambios de comportamiento eran más que obvios hasta para mí.

***Vigésimosegunda parte*****

Después de volverme a maquillar, el tiempo muerto que me habían dejado lo empleé en la televisión. Seguía echando mucho de menos tener algo para leer. Decidí que, en cuanto tuviera la oportunidad, le pediría a Isabel un libro. Cualquiera. A poder ser, una novela. Y si no, por lo menos una revista.

Dado que mirar por la ventana agota pronto sus posibilidades, no tenía más entretenimiento que la caja tonta. Y a ella me dediqué. Pasé rápido por la...

Las cinco amigas (21)

Creía saber la razón por la que Natalia se había entristecido tanto al saber que no iba a sufrir más modificaciones. Podía estar equivocada, naturalmente. Quizá aún tenía la esperanza de que la volvieran a convertir en su yo masculino, aunque ella sabía, igual que yo, que las modificaciones eran permanentes e irreversibles.

***Vigésimoprimera parte*****

Creía saber la razón por la que Natalia se había entristecido tanto al saber que no iba a sufrir más modificaciones. Podía estar equivocada, naturalmente. Quizá aún tenía la esperanza de que la volvieran a convertir en su "yo" masculino, aunque ella sabía, igual que yo, que las modificaciones eran permanentes e irreversibles.

Para confirmar mis sospechas tenía que hablar de algo que las tres habíamos esquivado hasta entonces: de nuestra sexual...