El peregrino negro. un polvo sin compromiso
Un polvo sin más compromiso que la necesidad de ambos en la coyunta
Sentado en el poyo del lavadero tras mi andadura peregrina, y andaba muerto de sed por la calorina del día, que era de temer, en esas estaba disfrutando del agua del fontarrón, cuando llegó un coche un tanto desvencijado con la muisca a toda pastilla, el cual aparcó sin contemplaciones delante de mis narices, perturbando mi tranquilidad y gozo.
Se abrió la puerta del coche y salieron de él dos chuchos buscando el agua del pilón y luego por ende se fueron a por el pan de mis manos, oliendo de paso mi b...