El peregrino negro. un polvo sin compromiso

Un polvo sin más compromiso que la necesidad de ambos en la coyunta

Sentado en el poyo del lavadero tras mi andadura peregrina, y andaba muerto de sed por la calorina del día, que era de temer, en esas estaba disfrutando del agua del fontarrón, cuando llegó un coche un tanto desvencijado con la muisca a toda pastilla, el cual aparcó sin contemplaciones delante de mis narices, perturbando mi tranquilidad y gozo.

Se abrió la puerta del coche y salieron de él dos chuchos buscando el agua del pilón y luego por ende se fueron a por el pan de mis manos, oliendo de paso mi b...

En cuarentena con la madura bereber

Una bereber trabaja en mi casa como doméstica y un accidente la lleva a quedar postrada en la cama, y ya se sabe el cariño y el roce...

La madura bereber

Mi madre que es una bendita de Dios, le recomendaron que hiciera una obra de misericordia y contratara para las labores de la casa a una mujer marroquí (bereber), viuda y camino de los 50, y tirando a gordita, la cual era vecina de un pueblo barrio apartado de la capital  y por tanto, podría venir muy bien para eso de tener la casa en condiciones.

Mi madre como buena empresaria que es, digamos que como tal pues está poco en casa, y lo del orden y  la limpieza  como que le resba...

La Iniciación en la Orden de San Cojonandio

Tenía ganas de entrar en la Orden Secreta de San Cojonancio, y lo hice y este fue el resultado de esa entrada a las pruebas de la Iniciación

Recibí tras picar mucho a su puerta la invitación de pertenecer a la extraña Orden Teutónica de San Cojonancio, cuestión que me hacía mucha ilusión, aunque me habían hablado de una serie de rituales de iniciación que me dejaban el cuerpo un tanto así.

Había oído hablar de los mistéricos ritos de iniciación templaria, de los ósculos negros, etc, y la verdad es que no las tenía todas conmigo, y más cuando algunos amigos íntimos sabedores de tal decisión empezaron con las bromitas de si me gustaba el caf...

Un Polvo en el Confesionario

Unas calientes fantasías que se desarrollan en el interior de un confesionario.

Me había apuntado al Congreso de Marcas Lapidarias que se celebraba en Burgos, por cuyas calles ya llevaba vagabundeando algunos días entre cientos de turistas y autóctonos que preferían pasar sus vacaciones en su la ciudad. El calor era sofocante, y las horas que nos esperaban dando vueltas a los edificios más vetustos de la noble y señorial capital burgalesa, estudiando sus piedras y las marcas que los canteros habían dejado en ellas , no me entusiasmaban en demasía y menos que aquel estirado jesuita de...

Sesión erótico festiva con la dentista

Acudo a la sesión con la dentista con intención de perder algún diente y ya verá lo que pierdo o gano

Una sesión erótica-festiva con la destista

Aquel día todo comenzó de un modo extraño, para empezar yo me levanté con la “tranca” hinchada y en plena soflama, a la cual mi esposa no quiso ni hacerle el pajolero caso.

La verdad es que me gasto un carajo de esos desproporcionados y animalescos, y cada día pasaba más de andar poniendo topes con toallas y demás. De ahí también que mi esposa pasara un poco de tanta tranca, que al principio le hacía gracia, pero ahora, tras quince años de pollón.....

Follando con la mujerona

La enorme madura, me terminó invitando al festín de entre sus piernas ,

Al final del pueblo vivía una señora, una de las granes propietarias de los terruños, que nos rodeaban y vivía en una rica mansión allá en lo más alejado de las miradas, casi que diría marginada de la vida social del poblamiento que nos daba amparo y cobijo.

La «marimacho» la llamaban, la verdad es que no se dejaba ver mucho por las calles del pueblo, pues pronto sus andares y ademanes era fruto de burlas insultos de los más pirabanes, la verdad es que pasado los tiempos me ha acordado de ella por la...

El accidente del Peregrino Negro, Recordando

El peregrino negro sufre un accidente y se queda en la Casona de Pazos, donde se le cuida y mima, y adopta a un discipulo.

El peregrino negro. Recordando…

Tras mi ultima peripecia, sabido es que estado mucho tiempo ausente, pero es que tras ella, tuve la mala suerte de tener un desgraciado accidente en el Camino de retorno a mi vieja morada, resultando que me caí ladera abajo tras un fuerte argayo que se produjo a mi paso por una delicado paso por un estrecho sendero a la altura de la Casona de Pazos, donde tuve la suerte de ser recluido, tras haberme visto caer enlodado de tierras y rocas, de cuyas resultas me encon...

El culebrón del Peregrino Negro

El peregrino negro se aloja en una albergue y recibe una paliza en el cipote, lo que desencadena toda una orgía...

El “culebrón”  del Peregrino Negro

Ya de regreso de mi peregrinación fui retornando a mis viejos predios monacales, no sin antes ir vitando a unos a y otros, más bien otras que otros, que de todo hubo en la vieja peregrinatio jacobea .

Visité a Doña Virginia, que, aunque no quiso reconocerme en público, bien la barragana viuda se dejó seducir con un polvo en la trasera de su casa, y donde me vengué dejándole el ojete como un bebedero de patos, que se dice por estas tierras.

Me dej...

Una excitante comida

Una comida en un restaurante puede dar mucho de sí, es cuestión de imaginación

Aquél día me fui al lejano restaurante del centro comercial, tras esperar no se cuánto tiempo, me dieron una mesa para un solo comensal  en un apartado rincón; al otro lado de una mampara de cristal había otro mesa ocupada por un seboso hombretón, que viéndole comer daban ganas de pedir al camarero, no el menú , sino el bote de bicarbonato.

Al final llegó mi comida, abrí el periódico, y allí metí la cabeza para no ver al bruto deglutir, en un momento dado levanté del periódico la vista y la escena hab...

La cuidadora social

Una cuidadora en la gran familia de los Rabilargos

Mi familia de sobra conocida en la comarca por varias razones: su largo y rancio abolengo, su tacañería, y por las poderosas herramientas de su varones que terminaron por tener adjudicado el mote de los Rabilargos, como digo esta vieja familia se iba a pique casi sin descendencia yo soy su último bastión, y tal era la situación que tenía que trabajar para en parte mantenerme y mantener a la prole con que mi rancio abolengo me había cargado. Esa era la razón por la cual en el viejo caserón familiar vivíamos...