La ducha
La circunstancias me condujeron a ayudar a Pilar, una mujer de setenta años, a tomar una ducha.
La puerta de Pilar estaba entreabierta. Entré y oí el sonido de la ducha. Le pregunté si se encontraba bien, pero no me oyó. Abrí un poco la puerta y vi su silueta desnuda dibujarse tras la mampara. Volví a preguntar y se asustó, pensaba que era su hija que la ayudaba cada tarde a bañarse.
Pilar estaba bajo el agua y agarrada a unos asideros para evitar caídas. Su cuerpo era grande y había perdido la silueta con el paso de casi setena años. La piel era blanca y su leve obesidad la mantenía te...