Mi amiga trabajaba en un comercio de lencería.
Espero que esta historia guste a mis lectores. Espero sus opiniones para bien ó para mal.
No me importaba demasiado el escatimar hasta el último Euro y vivir durante el resto de la semana en una casi penuria económica con tal de poder disponer de dinero para irme de putas con mi amigo Mario la noche del viernes y sábado. Aunque al principio las escogíamos en la calle, nos habituamos a acudir a un “puti club” de carretera. Mario, a pesar de encontrarse bastante bien dotado, no había forzado lo suficiente a su chorra como para conseguir disponer de una potencia sexual tan encomiable como la mía po...