El ventilador
Satisfacción sexual
Se despierta sobresaltada, jadeando suavemente. Desliza su mano caliente por su escote. Suda. Le estorban las sábanas enrolladas por sus piernas, le estorba todo.
Sin querer, como un acto inconsciente, empieza a acariciar sus muslos en un intento de relajarse, y olvidar el calor que, como un intruso se ha introducido en ella. Su piel suave le invita a seguir, seguir y no puede parar. Se mueve suavemente, jadea de nuevo y se estremece como una felina que necesita que la acaricien. Sin más, empieza a ej...