Podía ser su madre
Chupando ruidosamente el capullo, masturbaba fuerte al muchacho. Poco a poco mi boca iba tragando más y más, bajando por el falo. Estaba tan eufórica que no me hubiese importado que se derramara en ese momento. El tenía los ojos en blanco, y esperaba que lo hiciera, y le acaricié los testículos para ayudarlo. Pero no lo hizo. El chico aguantó y me puse más cachonda aún.
El pasado viernes ocurrió algo especial. Tenía toda la tarde libre, así que la dediqué a hacer algunas compras. Quiero decir que estuve varias horas entrando y saliendo de tiendas de ropa, hasta que el agotamiento y el dolor de pies se apoderó de mí. Antes de eso, mientras hacía cola para pagar en una de ellas, vi al otro lado del escaparate a un amigo de mi hijo, que miraba distraído hacia dentro. No le presté demasiada atención, pero veinte minutos más tarde me lo volví a encontrar en una situación muy pa...