El pequeño melón
Edu se bajó el bañador y el pene quedó erecto, poderoso. Me pareció que no iba a caber en la pequeña abertura del melón, pero se acercó y empezó a mover el capullo por la pulpa. Ahora empujó el pene hacia el centro del melón, haciendo que las pepitas se desparramaran sobre la mesa.
Necesitaba un rato a solas, lejos del jaleo de la casa. Con tanta gente reunida en un espacio que se había hecho pequeño, aquello era una cacofonía de voces, chillidos, vajillas chocando y muebles arrastrándose. Pero yo ya había encontrado el rincón perfecto en la finca de mis tíos: un cobertizo que hacía las veces de almacén. Así que salí de la casa con los cascos puestos y entré en la pequeña construcción. Una cortinilla hecha con tela de saco separaba la parte más iluminada, con frigoríficos y congelador...